Diario de León

El coronavirus ataca a una enferma Unión Europea

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Todavía quedan auténticos europeístas. Es la conclusión que podemos extraer tras las comprometidas palabras del presidente portugués Antonio Costa ante las «repugnantes» e «insolidarias» declaraciones del ministro holandés de finanzas.

El coronavirus, como decía Costa, no ha sido ni creado ni traído por los españoles e italianos, y además del tremendo coste humano que está provocando, caerá como un jarro de agua fría sobre la economía de la zona Euro, concretamente la zona sur.

Es seguro que esta situación acabará afectando a la salud y a la vida, que es ahora la prioridad que nos ocupa, y, posteriormente, a las empresas y al empleo, en fin a los ciudadanos que son el alma y el corazón de esta UE. Siendo, como vemos nuevamente, el sur de Europa la zona más afectada por esta crisis sanitaria, como siempre. Curiosamente, los países más profundamente europeístas.

¿Qué alternativas hay? Hoy, todos sabemos que lo prioritario es la sanidad y la salud de todos los ciudadanos, y que muchos profesionales se convierten estos días en héroes anónimos. Pero, ¿cómo hacer frente a todas las situaciones sociales?, ¿debemos responsabilizar a todos los ciudadanos que cumplen estoicamente con las directrices del gobierno, a los autónomos y a los sanitarios de todo este sacrificio? Evidentemente no, esta crisis no es una crisis de excesos como la anterior, es de escasez de recursos para dar una respuesta rápida y contundente a este parón económico sin precedentes. Un tercio de la población mundial está confinada, en Europa somos 500 millones de afectados.

Tras la última cumbre europea parte de la antigua Benelux y Alemania hicieron oídos sordos ante esta necesidad. ¿Qué intereses tienen para no ayudar a sus socios, a sus hermanos? ¿Acaso estos países no lo entienden?, ¿No ven que es un problema global? Les va a afectar de lleno, no pueden aislarse, no es un asunto de fronteras, al contrario, es el momento de la lucha intensa, de toda Europa, con medios sanitarios, económicos y sociales, pero unidos. No hay ricos ni pobres, somos un solo ser.

Lo sucedido en la última reunión del Consejo Europeo no debe repetirse en la próxima, o daremos la razón al segundo presidente de los EE UU, John Adams, al aseverar que «hay dos formas de esclavizar un país: una la espada y la otra, la deuda».

Pedro Sánchez habla de un nuevo Plan Marshall, buen nombre. Son tres los pilares sobre los que reconstruir con urgencia, sí reconstruir, lo destruido por la pandemia: uno, un presupuesto expansivo para este año y el siguiente (nada de austeridad); otro, una serie de inversiones intensivas en sectores estratégicos, y por último, los «coronabonos» de la UE. Estos últimos son la forma adecuada de afrontar la situación, una deuda a unos precios estables con la garantía de todos los socios europeos. Mientras, Alemania, Holanda, Austria y Bélgica en vez de comportarse de una manera solidaria ante esta situación, están pensando en favorecer a especuladores para que hagan caja con el dolor y sufrimiento ajeno.

La UE no se creó para esto, al menos sus padres no lo diseñaron así. Cuando la UE todavía se debate entre la integración y la desintegración después del Brexit, estos egoístas deberían releer a Jean Monet o a Robert Schumann cuando decían que «Europa  no  se  hará  de  una  vez   ni  en  una  obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que  creen  en  primer  lugar  una  solidaridad de  hecho». Sería paradójico que precisamente el Benelux y Alemania, castigados por la Segunda Guerra Mundial y que fueron el germen de la CEE, pasaran ahora con su egoísmo, de creadores a destructores de la UE.

Como dice Iñaki Gabilondo, «en las grandes inundaciones, lo primero que escasea es el agua potable» a lo que podríamos añadir que en las grandes crisis, lo primero que escasea es la una solidaridad europea reseñable.

Evidentemente no fue España la que creó o importó el virus: Llegado el momento, habrá que analizar la gestión que cada país ha hecho por separado y ver qué errores se han cometido, cuál es el tejido industrial básico que debiéramos tener para afrontar una nueva emergencia sanitaria o cómo, tras las transferencias a las comunidades autónomas, se ha degradado la gestión sanitaria, el buque insignia de nuestro estado de bienestar.

Seamos claros: la UE y el euro han colocado al viejo continente en igualdad de condiciones que potencias como Estados Unidos o Rusia. Por eso parece raro que algunos países como Alemania no hayan valorado si prefieren seguir siendo los ricos del patio del colegio (en palabras del coronel Baños), o los esclavos de Rusia, China o EE UU para defender sus intereses en el mundo.

Este partido se juega a muchas bandas y como establece el efecto mariposa, toda decisión que se tome afectará de una forma u otra en otro lugar del mundo, es decir que Alemania, Holanda y Bélgica dependen de cómo les vaya a la tercera y cuarta economías de la zona Euro (Italia y España). Suscribo lo que decía Antonio Costa, que a problemas globales soluciones globales, y que cabe aplicar el principio médico de que, o Europa puede contra este coronavirus de egoísmo, o el virus puede con Europa. No nos juguemos el futuro Europa, nuestro futuro.

tracking