Diario de León
Publicado por
Andrés Mures Quintana, analista político y experto en relaciones internacionales
León

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Ala vista de la deriva que va tomando el país de la mano del gran timonel de la Moncloa, sería interesante saber qué piensan los dos personajes que en gran medida son responsables del estado de cosas, es decir, Mariano y Rivera, cada cual en su corralito particular.

El primero por pasota e irresponsable, en calidad de presidente del Gobierno cuando la moción de censura de mayo de 2018 que llevó a Falconetti a coronarse emperador. El segundo por un afán egocéntrico y suicida al negarse a un pacto, que aunque en principio pudiera tener sus dosis de veneno, al menos sería un contrafuerte a los delirios de este Nerón que preside el Consejo de Ministros.

Sánchez es un tahúr de la política que juega al todo o nada; la meta es la detentación del poder más que la labor de gobierno y el sayón que le lleva el cetro, el Marqués del Moño , le sonríe agradecido prisionero del sectarismo que preside su ideario de la hoz y el martillo. Luego, hay una serie de correveidiles y paracaidistas de riesgo que le siguen el juego a ambos pero imponiendo sus condiciones, a veces tan onerosas como esperpénticas. En esta labor del disparate hay dos personajes que se llevan la palma: la ministra de deseeducación, la simpar Celáa y la antigua cajera de súper hoy elevada a los altares del Ministerio de Igualdad, cónyuga del mentor de Maduro, Iglesias-Coletas.

Así las cosas, asistimos a la continua puesta en escena de sainetes sin cuento, que pudieran resultar divertidos en un principio, pero que van cambiando la corteza del país transformándolo en un erial. Sánchez, investido de poder al estilo de Luis XIV manda y ordena sin pararse a pensar en consecuencias.

El Rasputín que le susurra al oído y que le marca el camino hacia ninguna parte, ese jefe de gabinete omnímodo que acapara más poder que media docena de ministros-ministrillos, le regala plácemes que hacen feliz al sátrapa. Una cohorte de meapilas ofician de coros y danzas y los medios sometidos o callan o saludan efusivamente la sucesión de excentricidades. Ferreras se cubre de gloria cada día mientras el resto da palmas.

España navega a trompicones sumida en un mar furioso donde la pandemia levanta olas gigantescas y en consecuencia, las costuras del Estado se resquebrajan por la presión económica camino de un batacazo que hará historia para las generaciones futuras. La enfermedad la cuidan dos irresponsables (Illa y Simón) que en un país serio y con la que está cayendo, estarían bajo arresto domiciliario.

Lo demás está en manos de esa eminencia que lleva los asuntos de Hacienda, de lenguaje imposible y que choca cada día con la gente que sabe un poco de la materia como pudiera ser el gobernador del Banco de España entre otros. En las últimas semanas, la ministra Celáa se ha superado a sí misma y la portavoz socialista en el Congreso defiende a capa y espada a Otegui y a Rufián... ¿Les parece una historia inverosímil? pues no amigos lectores, esta es la realidad que se vive a diario, alentada por un aluvión de paniaguados que han encontrado en la política, a la sombra del gran César monclovita, un bienestar que jamás habían imaginado, mientras cientos de miles de españolitos de a pie las pasan canutas para ir desgranando el día a día de su existencia. España se ha ido convirtiendo en estos dos años de la era Sánchez-Falconetti e Iglesias-Coletas en el hazmerreir de Europa, en sentido figurado, ya que la situación por la que atraviesan en este momento todos los países es para estremecerse.

Pero en este solar patrio, los que llevan el timón no parecen darse cuenta. A los estragos de la pandemia se juntan cada día los de la economía de unos y otros, de una inmensa mayoría azotados por una situación que se hace crítica cada día que pasa.

Mientras, los cayucos siguen arribando a las costas canarias en oleadas bajo el auspicio de bandas internacionales. La sociedad canaria está al borde del estallido, ya que el estado de cosas se hace realmente insostenible.

Sánchez prepara una gira turística para predicar las bondades de su estrategia. El marqués de Galapagar le pasa la mano por el lomo a Otegui, el hombre de paz de Zapatero que junto a Rufián marcan el camino de este desdichado país. Insisto en lo dicho al principio, ¿qué pensarán para sus adentros Mariano y el chico de Malú? Mientras, la bella Inés, despechada y despreciada llora su desdicha en un rincón del Congreso.

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