Diario de León

La Navidad en tiempos de pandemia

Creado:

Actualizado:

Tal vez condicionado por la «deformación profesional» y por la costumbre de hacer encuestas, al tratar el tema de la Navidad siento la tentación de comenzar haciendo un sondeo de opinión para acercarnos al significado que la Navidad ha tenido en la historia y tiene en la actualidad.

Hipotéticamente hablando, creo que podríamos recopilar las siguientes respuestas:

—La Navidad es la celebración del nacimiento de Jesús.

—Es una fiesta grande: cuando viene el Papá Noel y los Reyes Magos.

—Es la fecha de las vacaciones en los colegios y de la iluminación de las calles y comercios.

—Es la reunión de toda la familia para disfrutar unos días juntos.

Yo diría que todas las respuestas son válidas, pues todas ellas responden a las distintas concepciones que de la Navidad tiene nuestra sociedad. Pero el significado auténtico de la Navidad cristiana está en un acontecimiento histórico, el nacimiento de Jesús, y en la celebración del mismo por parte de la Iglesia a lo largo de la historia. Lo nuevo y más importante de la Navidad es que Dios entró en la historia de la humanidad, como lo expresa el prólogo del evangelio de Juan: «Al principio ya existía la Palabra ... y la Palabra era Dios… y la Palabra se hizo hombre y acampó entre nosotros» (Jn 1:1,14). 

Nos encontramos ante un misterio y un mito, entendido en sentido positivo y antropológico, para transmitir una verdad tan profunda que solamente el lenguaje mítico, figurado y simbólico es capaz de expresar. Así pues, la Navidad es un misterio de la cercanía de Dios. Y la celebración de la Navidad en todo el mundo cristiano ha sido, es y seguirá siendo la celebración del «Misterio», del encuentro de Dios con la humanidad, que va más allá de los condicionantes temporales, geográficos o culturales.

La Navidad para los cristianos tiene tres razones fundamentales de ser: una mistérica, basada en el encuentro de Dios con el hombre y de este con su creador y redentor, porque Jesucristo ha entrado en nuestra historia y se ha quedado para siempre con nosotros. Otra teológica: Cristo es identificado con el sol invicto, con la luz que vence a las tinieblas: «En él estaba la  vida, y la vida era la  luz  de los hombres.  Y la  luz  resplandece en las  tinieblas, y las tinieblas no la  comprendieron» (Jn 1, 4-5). La tercera razón es de tipo pastoral y práctica, es la que ve en la fiesta del nacimiento de Jesús una acción de la iglesia primitiva para cristianizar las fiestas paganas dedicadas al dios sol que celebraban los romanos el 25 de diciembre.

Pero la celebración de la Navidad a lo largo de la historia ha ido incorporando costumbres populares, originadas por la devoción de las gentes, que han contribuido a crear un ambiente alegre, festivo y social. Una de las características más significativas de esta festividad son todos los ritos, tradiciones y ceremonias que realizamos, desde las reuniones familiares, con amigos o compañeros de trabajo, hasta la costumbre de poner belenes y árboles y engalanar las casas y las calles. El primero en poner un belén y celebrar la Navidad de forma popular fue Francisco de Asís con sus frailes, quien representó el nacimiento de Jesús en una cueva de Greccio, Italia, en 1223, poniendo las figuras de la Virgen, San José, el Niño, y también un asno y un buey, recordando lo que dice el profeta Isaías al comienzo de su libro: «Conoce el buey a su asno y el asno el pesebre del dueño; pero Israel no entiende, mi pueblo no recapacita» (1,3). Esta costumbre de los belenes se extendió pronto por todo el mundo cristiano y sigue presente entre nosotros.

Otra costumbre navideña, originaria de países nórdicos, también extendida por todo el mundo, es el árbol de Navidad. En Alemania, en la Edad Media, los cristianos celebraban el 24 de diciembre, víspera de Navidad, la «fiesta de Adán y Eva» y con este motivo ponían un árbol del paraíso. En sus ramas colgaban manzanas, en recuerdo de la famosa manzana de la tentación, y también velas encendidas que significaban la llegada de la luz de Cristo. Hoy cada vez es más frecuente encontrarse con un árbol navideño en cualquier sitio que se celebren estas fiestas y con una decoración cada vez más variada, ayudada por la iluminación eléctrica y llena de significado. Así, las bolas representan la abundancia, las campanillas y las luces son una alegoría de la alegría y las piñas son símbolo de buena suerte para los años venideros.

Una costumbre muy presente en las fiestas de Navidad son los regalos. Sea en Nochebuena o en la Noche de Reyes, una cosa está clara: la Navidad es el momento perfecto para dar y recibir regalos. Quizás sea por las connotaciones de generosidad, amor y solidaridad que rodean estas fechas, o por una imposición de la sociedad de consumo, el caso es que no se concibe la Navidad sin la ilusión de regalar o ser regalado. Y entre los regalos, el más afamado es el aguinaldo. La costumbre del aguinaldo encuentra su versión más frecuente en las cestas de Navidad repletas de productos para la comida de en familia.

Pero la tradición más extendida y obligada en estas fiestas es, sin lugar a duda, la reunión con toda la familia. La mayoría de las reuniones familiares que se organizan en Navidad son en torno a una mesa repleta de manjares de toda clase. En esta comida, el puesto de honor se lo llevan los postres, en especial el turrón, mazapán, polvorones y el roscón de Reyes. Finalmente, toda celebración navideña que se precie tiene que terminar con el canto de villancicos o canciones populares, atribuidas también en su origen a San Francisco.

Como hemos visto, los primeros cristianos intentaron convertir las fiestas paganas de los días de solsticio de invierno en fiestas en torno a la Navidad o, mejor dicho, colocaron su fiesta de Navidad en las mismas fechas de las fiestas paganas para de esta forma poder celebrar sus creencias sin ser perseguidos por no rendir cuto a los dioses paganos. Pero en los últimos tiempos parece que se ha dado el proceso inverso, las fiestas cristianas y en concreto la fiesta de Navidad se ha ido paganizando y a fuer de dar importancia a lo festivo, social y folklórico, se ha convertido en una fiesta más de consumo, olvidando en gran medida su significado original.

Ha tenido que venir un virus, una pandemia, para obligarnos a prescindir de todo lo accidental, folklórico y social de la Navidad y así poder volver a la celebración del «Misterio». Es importante comprender y aprovechar esta oportunidad para conectar con lo que realmente es la Navidad. Así, en tiempos de pandemia podremos vivir esta fiesta con auténtico espíritu navideño, en medio de un mundo tan necesitado de justicia, de amor y de paz, como es el nuestro. Feliz Navidad.

tracking