Diario de León

Una sentencia y un condenado Una sentencia y un condenado

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En su periódico,el pasado cinco de septiembre, publican una reseña de una sentencia judicial, dictada en León a final de agosto, por la que resulta condenado un funcionario de un cuerpo de seguridad del Estado por falso testimonio en juicio. Considera el señor juez que omitió en él datos relevantes, -tan relevantes como ¡la verdad!- y ese proceder tuvo como resultado que otra persona... fuese condenada a 9 años de prisión por unos hechos que no cometió. Esa persona lleva año y medio en prisión con una condena firme por algo que no es suyo. En esta sentencia condenatoria al funcionario, que ustedes recogen, parece que el juez que la dicta así lo considera probado. La fiscalía, Audiencia de León, promovió esta causa contra ese funcionario. Conoce también la inocencia de quien, sin poder hacer nada, continúa hoy en prisión. Llamaré al funcionario ahora condenado «F» y a la persona que, por su proceder, esta en prisión «P». Cualquier persona, y su entidad, merecen todo el respeto y privacidad. P es mi marido desde este verano. Ingresó en prisión en marzo del 2001. Le conocí dando yo un curso como docente donde él está. Nos hemos casado. Es la persona más íntegra y «limpia» que jamás conocí. En el 95 ocurrieron los hechos por los que fue condenado. P vívía entonces con una persona próxima a un mundo turbio -I.V-; por ella, y su familia, se vio implicado en todo ese asunto. Esa mujer y una hermana -M.G.- le coaccionaron para ser «el cebo» para detener a un traficante... en operación organizada por el tal F, hoy condenado, y su grupo. (...) Se ocultó que él había sido requerido y coaccionado por F para detener al traficante, pues «no convenía» y por su seguridad... Nueve años de condena ¡y por traficante! han sido su «seguridad. Se utilizó a P, se le engañó, y se le condenó. (...) Sin tener nada que ver con todo ese mundo turbio de F./I. V./MG. Hoy sé, tras conocer todos los detalles de la instrucción de aquel sumario, que esa «defensa» renunció al caso -en escrito a la Audiencia de León de 21 febrero 2001-. P ingresa en prisión al empezar ese mes de marzo. I.V. fue también condenada; permanece huida y, al parecer bien protegida (?); en más de año y medio su búsqueda y captura han sido infructuosas. Pese a ello, y desde abril de este año, se ha dedicado a amenazarnos a los dos de muerte profiriendo todo tipo de injurias y disparates. En todo este despropósito va junto a M.G. que procede, con ella, de igual manera contra nosotros. La delincuencia parece ser su único idioma conocido. No es el nuestro. Antes, además de amenazar siempre a P con no ver a sus dos hijos menores, I.V. siempre le dijo que le mataría si algún día la dejaba...; por esos dos críos -que son todo para él- P no se fue antes. Hoy I.V. tiene «secuestrados» a ambos menores y sin escolarizar. P desconoce su paradero, y durante todo este verano, a la niña, de 11 años, la ha manipulado esa «madre» para que llame y escriba profiriendo todo tipo de insultos y disparates hacia su padre y hacia mí (¡que no les conozco!). P... no puede hacer nada; estando donde está, ¡su capacidad de actuación es nula!... pero no la de sufrir más y más situaciones que en ningún momento provocó. Hay formas de empeorar la estancia en prisión de un inocente. Una es el artículo de su periódico. En él se alude con iniciales al funcionario condenado: M.A.T.P. y a mi marido con nombre y apellido y un calificativo al lado que, estando donde está, puede suponerle una sentencia de muerte a manos de mafias sin escrúpulos pertenecientes a un mundo con el que ¡no tiene nada que ver! María Luisa Jiménez (correo electrónico). En su periódico,el pasado cinco de septiembre, publican una reseña de una sentencia judicial, dictada en León a final de agosto, por la que resulta condenado un funcionario de un cuerpo de seguridad del Estado por falso testimonio en juicio. Considera el señor juez que omitió en él datos relevantes, -tan relevantes como ¡la verdad!- y ese proceder tuvo como resultado que otra persona... fuese condenada a 9 años de prisión por unos hechos que no cometió. Esa persona lleva año y medio en prisión con una condena firme por algo que no es suyo. En esta sentencia condenatoria al funcionario, que ustedes recogen, parece que el juez que la dicta así lo considera probado. La fiscalía, Audiencia de León, promovió esta causa contra ese funcionario. Conoce también la inocencia de quien, sin poder hacer nada, continúa hoy en prisión. Llamaré al funcionario ahora condenado «F» y a la persona que, por su proceder, esta en prisión «P». Cualquier persona, y su entidad, merecen todo el respeto y privacidad. P es mi marido desde este verano. Ingresó en prisión en marzo del 2001. Le conocí dando yo un curso como docente donde él está. Nos hemos casado. Es la persona más íntegra y «limpia» que jamás conocí. En el 95 ocurrieron los hechos por los que fue condenado. P vívía entonces con una persona próxima a un mundo turbio -I.V-; por ella, y su familia, se vio implicado en todo ese asunto. Esa mujer y una hermana -M.G.- le coaccionaron para ser «el cebo» para detener a un traficante... en operación organizada por el tal F, hoy condenado, y su grupo. (...) Se ocultó que él había sido requerido y coaccionado por F para detener al traficante, pues «no convenía» y por su seguridad... Nueve años de condena ¡y por traficante! han sido su «seguridad. Se utilizó a P, se le engañó, y se le condenó. (...) Sin tener nada que ver con todo ese mundo turbio de F./I. V./MG. Hoy sé, tras conocer todos los detalles de la instrucción de aquel sumario, que esa «defensa» renunció al caso -en escrito a la Audiencia de León de 21 febrero 2001-. P ingresa en prisión al empezar ese mes de marzo. I.V. fue también condenada; permanece huida y, al parecer bien protegida (?); en más de año y medio su búsqueda y captura han sido infructuosas. Pese a ello, y desde abril de este año, se ha dedicado a amenazarnos a los dos de muerte profiriendo todo tipo de injurias y disparates. En todo este despropósito va junto a M.G. que procede, con ella, de igual manera contra nosotros. La delincuencia parece ser su único idioma conocido. No es el nuestro. Antes, además de amenazar siempre a P con no ver a sus dos hijos menores, I.V. siempre le dijo que le mataría si algún día la dejaba...; por esos dos críos -que son todo para él- P no se fue antes. Hoy I.V. tiene «secuestrados» a ambos menores y sin escolarizar. P desconoce su paradero, y durante todo este verano, a la niña, de 11 años, la ha manipulado esa «madre» para que llame y escriba profiriendo todo tipo de insultos y disparates hacia su padre y hacia mí (¡que no les conozco!). P... no puede hacer nada; estando donde está, ¡su capacidad de actuación es nula!... pero no la de sufrir más y más situaciones que en ningún momento provocó. Hay formas de empeorar la estancia en prisión de un inocente. Una es el artículo de su periódico. En él se alude con iniciales al funcionario condenado: M.A.T.P. y a mi marido con nombre y apellido y un calificativo al lado que, estando donde está, puede suponerle una sentencia de muerte a manos de mafias sin escrúpulos pertenecientes a un mundo con el que ¡no tiene nada que ver! María Luisa Jiménez (correo electrónico).

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