Diario de León
Publicado por
José María Prieto Serra, escritor
León

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Definitivamente los españoles somos diferentes. Lo llevamos en los genes y no somos capaces de quitárnoslo de encima. ¿Qué habrá pensado el americano de la calle, cuando haya visto a su presidente, seguido durante unos segundos por un perrito faldero, en busca de una migaja que llevarse a la boca y todo ello en un pasillo de un edificio europeo?

Claro que tiene nuestro presidente tanta ansia de poder y tanta ambición personal por el poder, que es capaz, como ha demostrado una vez más, de llevar a cabo cualquier cosa con tal de lograr ese poder y mantenerlo. Por ahora, lo está consiguiendo en contra de la mayoría de la ciudadanía en general. Pero no hay mal que cien años dure. Tranquilos.

Volvamos al paseo, o sea, al paseíllo. Ocurrió exactamente lo que han presenciado millones de espectadores a través de las imágenes que pudimos ver en televisión. Sin embargo, la ministra de Exteriores, Laya, otro ejemplar de colección, se ha estado empeñando en convencernos que el presidente bueno y el nuestro, habían mantenido una reunión, ellos dos solitos, para arreglar los temas del mundo. Eso si, sin fotógrafos ni nadie alrededor. Pero la ministra lo cuenta con lujo de detalles. Esa reunión, dice ella, existió. Pero se esfumó, digo yo.

Hasta en ese tipo de acciones se nos está viendo el plumero desde lejos. Ya digo que es nuestro sino. En todo caso hay que reconocer una cierta habilidad de encantador de serpientes al Dr. Sánchez. Encantamiento que comenzó practicando con sus ministros y que continuó con el ciudadano en general.

Pero ese encantamiento, se quiera o no, va perdiendo fuerza a pasos agigantados y la gente, cada vez desconfía más de sus cantos de sirena. Este ser que tenemos como presidente, lo mismo tiene una reunión de media hora a solas con Biden que permite el desprecio que un día si y otro también los independentistas catalanes practican con S.M. el Rey don Felipe VI.

Él ha decidido que quiere estar en el Palacio de la Moncloa y, de seguir así las cosas, o se produce un desahucio, de esos que vemos con frecuencia en televisión, o lo tendremos ahí tiempo y tiempo y tiempo. Ver para creer.

Resulta demasiado triste la historia política de este hombre que vende lo que haga falta para permanecer, ya digo, en el sillón de Moncloa.

Sería curioso saber, pero saber con seguridad, que piensan los ministros del las acciones que lleva a cabo el presidente. Difícil cuestión ya que donde hay patrón no manda marinero y aquí, eso precisamente es lo que ocurre. Ellos, los ministros, se fuman lo infumable con tal, también, de permanecer cerca de la teta de la vaca.

Cuesta trabajo creer la cantidad de tonterías que llegan a hacer los componentes del equipo de gobierno. La vicepresidenta primera llegó a decir hace unas jornadas, con motivo de la subida de la luz y refiriéndose a lo que comentaba la gente que se debía planchar de noche para conseguir una tarifa barata, pues va la vice y se descuelga diciendo: «Lo importante no es decidir cuando se plancha. Lo importante es saber quien plancha».

Todos comprendemos que, con una vicepresidenta de tal talla intelectual estamos mucho más que perdidos. Estamos aislados. ¿Por qué no se nos respeta en muchas cosas en Europa? Ahí tenemos la respuesta.

Y, cuando dentro de casa, vivimos episodios de ese cariz, va el Dr. Pinocho y se presenta, nada menos que ante el presidente de los EE UU. Y se pone a susurrarle cual es la solución a los problemas del mundo. Eso si, durante un monologo de nada menos que de 29 segundos. No contábamos que estos 29 segundos hablando solo uno, el gurú Redondo los convertía en una reunión, bilateral de media hora.

¡Cuando aprenderemos! ¡Cuando aprenderá el magnífico pueblo español en detectar rápidamente al embustero y no consentir que esté a nuestro lado.

Estas cosas van para largo. Será cierto que las prisas no son buenas salvo excepciones. Pero ¿esto que estamos viviendo no tiene categoría de excepción?

Me reafirmo; el magnífico pueblo español. Pero no se puede vivir así. Nos tratan de tontos y no nos inmutamos. ¿Será que todo esto nos lo estamos ganando pulso?

Parecía que el presidente Biden, iba caminando con sus pensamientos y le asaltó un espontáneo. Ya decía yo que esta situación tenía mucho de corrida de toros.

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