Diario de León

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Hace un año, el 14 de julio del 2020, escribí en Diario de León, Nicaragua, ¡nunca más! , y un año después, tengo que enmendar la plana, para darle alas al dictador, y disgusto a las esperanzas del pueblo nicaragüense, y preguntarme, «Nicaragua, ¿una vez más?». ¡No hay derecho!, que toda la vida de un país sufra, por el capricho de un matrimonio y de una orquesta por ellos dirigida, para darles marcha, abundancia y esperanza de futuro a una cuadrilla de corruptos.

La dictadura es como la mala hierba: o se arranca de raíz o vuelve a crecer con mayor fuerza. Uno siempre espera que el tirano caiga, pero el tirano, como garrapata en oído de perro flaco, rehúye cualquier tirón para desprenderse de quien le está, generosamente, dando la sangre que necesita para mantenerse en el poder, a mayor gloria de Dios, y engorde familiar, en un país donde más de la mitad de la población vive en pobreza y un veinticinco por ciento sobrevive en pobreza extrema.

El dictador es como el cuco que pone su huevo en el nido de pobres pajarillos para que lo incuben y lo críen, y prolongarse en la descendencia sin haber hecho nada para merecerlo. Así dejó el propio Somoza, el viejo, apodado «siete pañuelos» —que parasitó en nidos ajenos—, a su hijo, Tachito el joven que, siguió pensando hacer lo mismo con su chigüín, Somoza III, pero que gracias al coraje y la sangre del pueblo nicaragüense no llegó al poder, y ahora anónimo, encontró nido en tierra de poderosos. El ahora dictador de turno que, antes de ser tirano, fue guerrillero, y antes había sido pobre de solemnidad, se ha olvidado que, tarde o temprano, «la avaricia le romperá el saco», y, tal vez, no haya nido para él.

La dictadura es como la mala hierba: o sea arranca de raíz o vuelve a crecer con mayor fuerza. Uno siempre espera que el tirano caiga, pero el tirano, como garrapata en oído de perro flaco, rehúye cualquier tirón para desprenderse de quien le está, generosamente, dando la sangre que necesita para mantenerse en el poder.

«Una mafia aferrada al poder», orquestada y dirigida por el excomandante revolucionario Ortega y su fiel compañera Murillo, se han convertido en una nueva dictadura, que espera, por cuarta vez, verse prolongada en la figura de otro «cuclillo» al que al pueblo nicaragüense tenga que criar y sostener con su trabajo. El tirano es como la sombría hiedra que se adhiere al árbol y, día a día, le va comiendo la sabia y no quiere desprenderse de él, porque el árbol es su vida. Tal es el tirano, se enquista en el corazón del pueblo hasta exprimirlo, secarlo y aniquilarlo. Así es, cómo «nuestros antiguos libertadores, se han convertido en nuestros amos» —y es que los refranes nunca debiéramos olvidarlos—.

No se asusten ustedes de estas duras palabras, porque si a oídos del tirano llegasen, son vainas que, por todo comentario, merecerían de él la expresión, ¿quién escribe esas babosadas? ¡Un loquito que no sabe lo que dice! Y el hombre de la conciencia vacía, seguiría durmiendo como hasta ahora, haciendo su diaria recolección de córdobas convertidos a dólares en su cuenta personal, y su ración de miedo, pobreza y sangre para el pueblo. El dictador es inmune a toda vacuna, y apoyado en su yo supremacista, puede resistir más que el maligno coronavirus que, como él, camina en variantes escaladas, cada vez más agresivas.

Durante el terrible terremoto de 1972 que, si el pueblo de Managua era pobre, más lo empobreció y, no porque la ayuda internacional no llegara, sino porque el tirano no tuvo ningún escrúpulo en hacerse con lo que, generosamente, el mundo había enviado, para socorrer a los más desfavorecidos. Que a los dictadores les llamen ladrones, usurpadores, corruptos, asesinos, todo ello, y mucho más, les suena a músicas celestiales. Si Somoza amasó una fortuna incalculable —¿mil millones de dólares?— es posible que los Ortega-Murillo, no se conformen con emularlo, sino que necesiten superarlo, a base del hambre del pueblo, para estar, a una altura decente, en el ránking de los poderosos latinoamericanos.

El Herodes de turno, se despachó con los inocentes, temeroso de que le arrebataran el trono. Su gran consejera, Herodías, le ha dicho, «majestad, dormid tranquilo, y no matemos más inocentes (eso está mal visto a nivel internacional), mejor, ahoguemos a la aposición «crítica» —precandidatos, políticos y periodistas—, y sin oposición «crítica» en las urnas, se acabaron los rivales (y la democracia, ¡claro!), y nuestro cuarto mandato en el poder, estará asegurado». ¡Qué bien piensa esta mujer!, le brillaron los ojillos a Daniel, saliendo del pozo de los leones.

Por este sabio consejo, semanas pasadas han sido detenidos, más de 13 opositores, cuatro de ellos precandidatos presidenciales, y nueve líderes políticos, en verdaderas «jornadas represivas», que el mundo libre repudió y condenó como «una campaña de auténtico terror», que solo busca, «despejar el terreno para las elecciones de diciembre del 2021».

«No hay prácticamente ninguna posibilidad de que los nicaragüenses puedan ejercer sus derechos fundamentales a la libertad de expresión, reunión y asociación, ni tampoco de que puedan votar ni postularse para cargos públicos, si el gobierno los percibe como críticos», explicó Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch.

Tres de los detenidos son excomandantes guerrilleros: Dora María Téllez, Hugo Torres, general de brigada en retiro, y Víctor Hugo Tinoco. Algunos de ellos, durante la lucha contra Somoza, expusieron su vida para sacar a Daniel Ortega de los calabozos de las mazmorras somocistas.

El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) condenó la «brutal escalada de represión y persecución contra líderes sociales y políticos. Es evidente que el régimen de Ortega-Murillo pretende mantenerse en el poder a costa del terror y violando los [derechos humanos] de los nicaragüenses». La Organización de Países Latinoamericanos, así como la ONU, están preocupadas por esta escalada de arbitrariedades y despropósitos. Muchos nos preguntamos, si ¿basta con estar preocupados? ¿Basta con denunciarlos?

En las últimas horas, el gobierno dictatorial la ha emprendido, contra las mujeres, «Violeta Granera, Tamara Dávila, Dora María Téllez y Ana Margarita Vigil, incomunicadas y con cerco policial. Dirigentes, activistas, feministas, rebeldes, valientes. ¡Da la cara Daniel, no seas pendejo!», escribió en Twitter Laura Chinchilla, expresidenta de Costa Rica, afeando con su expresión la cobardía de Ortega.

Como no voy a romperme la cabeza, buscando un final feliz que, —de momento, parece no haberlo—, volveré a escribir el mismo final que hace un año, escribí: «¿Cuándo querrá el Dios del cielo que la historia se tuerza y los pobres coman tortillas de maíz, tengan libertad y tierra, y los malos gobernantes sean juzgados por corruptos, ladrones y sinvergüenzas?» Y de momento, nada más que añadir.

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