Diario de León
León

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Porque llueve sobre mojado se ha caído el Palacio de Don Gutierre; pero no por culpa de la lluvia, como nos han intentado convencer desde el anonadamiento institucional que ha provocado el derrumbe. Ante la falta de una respuesta racional y sincera, han apelado, como en los mejores tiempos del catecismo, a la inconmesurabilad de los elementos. Si estrepitosa fue la caída del noble inmueble (bien de interés cultural), la reacción del Ayuntamiento, de la Junta y de la empresa propietaria fue chirriante. Cada cual estuvo más ocurrente y no importó que uno mintiera y la otra lo desmintiera al día siguiente porque las noticias se mueren en cuanto las toca la tinta de la rotativa o pasan a Internet por complejos sistemas binarios. El asunto Don Gutierre, insisto, amenaza con convertirse en un conflicto religioso. ¿Quién animó a los elementos, después de una pertinaz sequía a hacer llover sin parar hasta deshacer los cimientos de un palacio leonés?. Son capaces de cualquier cosa antes de asumir las responsabilidades o de hacer que las poderosas empresas ejerzan sus obligaciones con el mismo ahínco con que se lucran a costa de políticas arriesgadas. El Palacio de Don Gutierre es un caso de chalaneo: primero echaron a los gitanos-okupas y lo compraron por 80 millones de pesetas para hacer apartamentos; pero el negocio no les gustó y se lo ofrecieron al Ayuntamiento; el Ayuntamiento dijo que iba a hacer un centro cívico y prometió destinar una planta o lo que hiciera falta al programa de ocio alternativo Es.pabila. Los de Es.pabila se quedaron sin sede y el centro cívico se cayó antes de que lo rehabilitaran porque ni siquiera se había redactado un proyecto de restauración (y todo ésto en menos de cuatro años). Ahora buscan un apuntalador que lo apuntale y una máquina de quitar escombros informativos, tan molestos para las acrobacias electorales que se avistan en lontananza. Llueve sobre mojado. Estoy empapada de pena.

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