Diario de León
Publicado por
Manuel Alcántara
León

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Eso de exigirse uno mismo más de lo que puede dar de sí, por muy buena prensa que tenga, es un error. Nuestra maquinaria fisiológica no ha sido diseñada para realizar ninguna clase de trabajo: la prueba es que nos fatigamos y algunos hasta sudan. Pedirnos a nosotros mismos un rendimiento mayor no pasa de ser un pasatiempo inocente: lo malo es concedernos esa petición. ¿Por qué, si tenemos manga ancha con todo el mundo, vamos a ser una excepción? El excesivo ritmo laboral y sobre todo las preocupaciones envejecen más que los calendarios. La vida no es una carrera de ratones, ni una persecución de cosas -dinero, reconocimientos, honores, mando sobre los demás- que forzosamente se acaban un día. «Cada vez que considero que me tengo que morir, tiendo la capa en el suelo y no me harto de dormir», dice la copla andaluza. Hago estas modestas reflexiones porque acabo de enterarme de que el coste del estrés asciende en Europa a 20.000 millones de euros. Según datos de la Agencia para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, el 50 por ciento del absentismo guarda relación con el estrés. O sea, que hay miles y miles de personas que por trabajar demasiado tienen que dejar el trabajo. El vocablo estrés, que es de origen inglés, con una ese más, conduce directamente a la tristeza, aunque no sea exactamente lo mismo, sino algo más triste aún que desequilibra a quienes lo padecen. Los afectados enferman, aunque el estrés no sea propiamente una enfermedad. Motivos para estar estresados los tiene todo el mundo, salvo los políticos que cuando sobreviene la mayor catástrofe ecológica de nuestra historia están en Babia o están de cacería o recogiendo chirimoyos. ¿Cómo no se nos van a poner los nervios de punta al comprobar que nos gobierna una punta de ineptos? Punta, que es vocablo que proviene del latín, significa, en su quinta acepción, «cantidad considerable e indeterminada de personas, animales o cosas». Realmente es considerable, pero está perdiendo nuestra consideración. Se han cubierto de chapapote.

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