Diario de León
León

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Los titulares de prensa no mueven montañas, pero son capaces de jalear el culo de los políticos cada mañana con más vigor que los corn flakes y los complejos vitamínicos. Si, además, el reloj electoral ha puesto a funcionar sus manecillas, el efecto vigorizante del titular aumenta considerablemente. En esta fase, sus neuronas se baten airadas para, como Edison hizo con la bombilla, descubrir brillantes ideas por encima de su calva. Sirva esta licencia con la anatomía de nuestros representantes públicos -humanos, aunque no lo parezca- para recordar, con perdón del Ayuntamiento, el sopetón que se pegó contra el suelo el palacio -o lo que sea- de Don Gutierre. El susto del derrumbe fue magnífico: Cecilio Vallejo corrió a decirlo a los despachos de la oposición, ingenuo él, para evitar que el tortazo político fuera mayúsculo. Ya en la calle, previendo la que se le echaba encima, se inventó un proyecto bloqueado en la comisión de Patrimonio. Lo peor vino en días sucesivos. Había que buscar una solución a esa sobredosis de vitaminas en primera plana, que venían acompañadas de una ristra de edificios en peligro de sucumbir al temporal. Y, como quien busca encuentra, Cecilio encontró la solución (no en un sombrero, no vayan a pensar que es mago). ¿Dónde iba a ser?. «En Europa», contestaron en clase alumnos aventajados e incluso rezagados. Y ofreció un ARI para el casco antiguo, que no es una nave espacial, sino un área de rehabilitación integral para dar lustre a los edificios más ruinosos del casco antiguo. Nada dijo de lo que iba a hacer con el ARI que había prometido hacía año y medio en El Ejido hasta que la canallesca, cayendo en el vicio de preguntar y usar la hemeroteca, se lo saca a colación y en titular a toda plana. Ese día no se le atragantó el desayuno, sino el mismísimo puente de la Constitución. Pero como no hay bien que por mal no venga, el ARI, de un día para otro, ya ven, se duplicó. Felicidades, El Ejido.

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