Diario de León

El habla gallega y el bicentenario de la Provincia del Bierzo

Publicado por
Aquilino Poncelas Abella
León

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En enero de este año se conmemora el bicentenario del Bierzo como provincia. Acaeció en aquel lejano 27 de enero de 1822, inicio de una efímera existencia administrativa («un relámpago» expresión del historiador berciano Miguel J. García, Bierzo Provincia ) formada por el Bierzo actual, el Barco de Valdeorras más algunas localidades de la zona del Courel lucense.

No es mi intención hablar de historia, eso se lo dejo a los historiadores, mas no deja de representar una excelente ocasión para reflexionar en torno al habla gallega en el Bierzo y elucubrar acerca de cuál hubiera podido ser su futuro si el proyecto no se hubiera truncado. Esta comarca, tan alejada hoy de Castilla y León desde un punto geográfico, político y cultural y cercana a Galicia, en cambio, en lo cultural y geográfico, se encuentra, sin embargo, aislada de ella en lo político-administrativo. Si en palabras de Manuel Vicent la civilización occidental debe su identidad al pequeño detalle de que los griegos hubieran vencido a los persas en las Termópilas, ¿por qué no imaginar que de haber fructificado aquel intento no hubiera salido beneficiada esta población en el ámbito económica y cultural?

Dejemos, pues, lo que no ha sido sino una pura especulación o ensoñación y, yéndonos de un salto hasta la época del franquismo, centrémonos en el objeto que nos interesa: el estado de la lengua. La situación de ostracismo que durante el franquismo vivieron las lenguas que no fuera el castellano o español, con cultivo y prestigio desigual según regiones, el gallego berciano quedó restringido al trato familiar y a la consideración de habla tosca y de gentes incultas.Los estudiantes gallego-hablantes en los años sesenta y setenta, por mor de la educación recibida, nos sentíamos, en la lengua materno, portadores de una carga negativa que debíamos esconder para no sentirnos menospreciados. El único autor berciano del que los estudiantes conseguimos saber algo sobre su existencia era un tal Gil y Carrasco; de autores en lengua gallega, nada.

Esta comarca, tan alejada hoy de Castilla y León desde un punto geográfico, político y cultural y cercana a Galicia, en cambio, en lo cultural y geográfico, se encuentra, sin embargo, aislada de ella en lo políticoadministrativo

En los setenta, avanzando un poco más, nos encontramos, sin relaciones previas, un grupo de bercianos de diferentes pueblos cursando estudios en la Escuela del Profesorado en Lugo. Casualidad o no lo cierto es que la mayoría terminamos por solicitar la asignatura de gallego como optativa (por entonces única posibilidad de acercamiento a esta lengua), y halagados, de que la profesora apreciara nuestro rico léxico en el uso del gallego. Ciertamente aquello supuso, por primera vez, la toma de conciencia de que estábamos ante una lengua como cualquier otra. Nos acercamos, cómo no, a los autores pertenecientes al Rexurdimento y tuvieron que transcurrir veinte años hasta descubrir que también en el Bierzo existían autores que habían escrito en gallego. Incluso palabras de uso común en el gallego del Bierzo como xistrar y xistradoiro , relativas al campo semántico de la nieve, siguen sin aparecer hoy en los diccionarios gallegos.

En los ochenta, en la escuela Jimena Muñiz de Corullón, un grupo de profesores comenzaron a impartir determinadas materias en gallego al alumnado, habla que comunmente utilizaban en su entorno familiar. Supuso germen y semilla a partir de la que fructificaron asociaciones y voluntades en defensa de esta lengua. Fala Ceibe, Instituto de Estudios Bercianos (IEB), y especialmente la labor de Alicia Fonteboa, entre otros, abrieron camino y fueron referentes en la enseñanza de materias en este idioma. Contra este avance ha habido indiferencia, a veces, entre una buena parte de la población, por no decir oposición en responsables políticos, como la de alcaldes que se negaron a que la toponimia (relacionada con nombres de pueblos) figurase en bilingüe. El suceso valleinclanesco se saldó a la manera en la que se realizan las transacciones entre el señor y su vasallo: a la inserructa alcaldesa de Veiga do Valcarce pretendieron sobornarla con la contrapartida de una residencia de ancianos ofrecida por la Junta de Castilla y León. Y a fe que lo consiguieron.

En torno a los ochenta, el que había sido presidente del IEB, Alfredo Rodríguez, de los a Ancares como yo (si bien él de los lucenses) intentó que en Radio Nacional en el Bierzo se dedicara un programa semanal al agro berciano en gallego berciano: Falamos de nós. Se aprovechó la ocasión para presentar un libro escrito por mí, Contos dos Ancares, en lo que habría ser el comienzo de la nueva sección. Primera y última. Al cabo de cierto tiempo nos enteramos de que desde «arriba», ya se entiende, habían recibido órdenes de que tal iniciativa no prosperase.

A primeros de los noventa la Xunta público un libro mío de cuentos populares, Estorias e Contos do Bierzo e dos Ancares , con presentación en Ponferrada y con la asistencia del entonces Director Xeral de Política Linguística. Su intervención acerca de la consideración que una parte de la sociedad gallega mantenía sobre la lengua gallega viene al caso. Con gran amenidad, no exenta de ironía, nos habló de la conversación surrealista mantenida en el trayecto de autobús con una mujer en Lugo. Durante la cual, después de dialogar en gallego (ella era gheadista, según pudo comprobar), no conseguía convencerla que el habla que les permitía comunicarse no merecía categoría de idioma. Semejante situación no me es ajena a mí, pues conozco personas que defendiéndose mejor en gallego que en castellano niegan tal hecho, a la manera del protagonista de la obra de Molière, Jordain, quien desconocía que el habla que utilizaba fuera prosa.

Mientras seguía mis estudios de filología en la Universidad d País Vasco (UPV), años ochenta, intenté comprobar cuál era la salud del gallego en el Bierzo tras consultar los trabajos del ALPI (Atlas Lingüístico de la Península Ibérica) de principios del siglo veinte, y que había sido seleccionado un único pueblo de habla gallega (Ponte de Rei) para pasar las encuestas. Cerca de un siglo después (tal como había yo señalado hace años en un extenso artículo en este mismo diario) apenas habían sucedido cambios significativos, todo lo contrario a lo ocurrido en los últimos cuarenta años.

Hoy el escritor berciano Antonio Fernández Morales, entre otros, cuenta con la consideración debida, como importante autor en gallego y representante del Rexurdimento, marginado en el pasado. Con Ensayo poético en dialecto berciano, poco después del de Pintos A gaita galega y antes de Cantares galegos de Rosalía, dejó constancia de su contribución al prestigio de la lengua.

Parece que hoy unos mil escolares siguen la enseñanza en gallego de alguna de las materias curriculares en escuelas o institutos del Bierzo. Desconozco lo que ello supone en porcentajes, mas una consideración puedo ofrecer sin temor a equivocarme: para una lengua minoritaria no hay futuro sin una apuesta clara por la enseñanza en las escuelas. Y por desgracia no veo entre mi gente que esto entiendan. Es constatable que en los medios de comunicación no tiene presencia alguna. Peor aún, he escuchado en alguna radio y la televisión del Bierzo en alguna entrevista a un conocido periodista berciano, declarar que en el Bierzo no se habla gallego. Ver para creerlo. Es obvio que desconoce que una parte significativa del Bierzo sigue manteniendo el gallego como lengua materna. Y otra, aunque más minoritaria, el antiguo dialecto leonés.

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