Diario de León
Publicado por
Luis-Ángel Alonso Saravia, licenciado en Psicología
León

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Hay indultos que son un insulto. E insulto de un indulto sería que Pedro Sánchez indultase a José Antonio Griñán, quien ha desempeñado cargos públicos relevantes con el PSOE nada menos que desde 1982: desde presidente del PSOE hasta viceconsejero, consejero, vicepresidente y presidente de la Junta de Andalucía, ministro, diputado y senador. José Antonio Griñán ha sido condenado por sentencia judicial de la Audiencia Provincial de Sevilla, ratificada el 26 de julio pasado por el Tribunal Supremo, por el uso irregular de las subvenciones autonómicas para los Expedientes de Regulación de Empleo (ERE), a seis años de cárcel y a quince de inhabilitación por cometer un «delito continuo de prevaricación y malversación de caudales públicos». Según la Fiscalía del Tribunal Supremo, «los hechos juzgados no son simples irregularidades administrativas sino patentes ilegalidades». El indulto sería un insulto.

Si el indulto que Pedro Sánchez concedió a los golpistas catalanes fue un insulto, como lo es el que encubiertamente está agraciándose a los terroristas de ETA, también sería un insulto el que se otorgase para beneficiar a «uno de los suyos», por tratarse de un favor escandaloso. Pedro Sánchez «tiene demostrado hasta la saciedad que le tiene sin cuidado salvaguardar el prestigio de la Presidencia del Gobierno, la honorabilidad de la institución y las formas. Él está en lo que está y para lo que está» (G. Palomo).

El PSOE, estando en la oposición, quiso prohibir los indultos a condenados por corrupción como es el caso de Griñán. Cuenta Ana Martín en su crónica política que «los socialistas registraron una proposición de ley para ello en 2016, cuando Sánchez presumía de ‘tolerancia cero contra la corrupción’. Ahora que están en el Gobierno las cosas han cambiado… El encargado de defender la postura socialista fue, irónicamente, el diputado Juan Carlos Campo, quien años después se convertiría en ministro de Justicia de Sánchez. Y, como tal, en el brazo ejecutor de los indultos a nueve condenados del procés en junio de 2021… Durante su defensa, el entonces diputado del PSOE invocó la ‘tolerancia cero contra la corrupción’ de su partido. ‘Ha llegado la hora de vetar su posibilidad en aquellos supuestos que generan verdadera repugnancia en nuestra ciudadanía (…). La corrupción y la violencia de género piden a gritos ser excluidos de tal medida’, señaló Campo… A mayores, el código ético al que están sometidos los cargos públicos del PSOE desde 2014 los obliga a ‘no proponer ni apoyar el indulto de cargos públicos condenados por delitos ligados a la corrupción’». Caso de conceder el indulto a Griñán, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y los ministros del Ejecutivo burlarían el Código Ético del PSOE. El indulto sería un insulto.

Ahora, por contra, el PSOE está cocinando el indulto para José Antonio Griñán. El mismo PSOE que el 26 de febrero de 2015 publicaba el siguiente mensaje: «Por una política limpia. Prohibiremos los indultos por corrupción política. Castigaremos el enriquecimiento ilícito». Así pensaban y así se manifestaban entonces en el PSOE sobre los indultos a políticos condenados por corrupción, como es el caso de Griñán. Pero en aquellas fechas, los socialistas, hoy devenidos en sanchistas, pensaban en la corrupción de los demás y no en la de los propios. Estamos, pues, ante la doble moral y doble vara de medir del socialismo de siempre y del sanchismo actual, que ven la paja en ojo ajeno y no ven la viga en el propio. «Hasta ahora, el debate político sobre la corrupción giraba en España en torno a quién era el partido más corrupto, pero no en torno a la propia corrupción, que se daba por condenada por parte de todos. Esto es lo que acaba de cambiar el PSOE con su defensa de Griñán y el argumento de que la corrupción para beneficiar al Partido Socialista no es corrupción» (E. Uriarte). Un insulto de indulto.

El PSOE no ha tardado en poner en marcha toda la maquinaria partidista junto con su enorme batallón de trompetistas para concienciar a la sociedad española sobre la inocencia de sus militantes. No son pocos los cargos institucionales y orgánicos que se están manifestando sobre el ‘buenismo’ de José Antonio Griñán y Manuel Chaves con diversidad de pseudoargumentos. Uno de ellos ha sido el secretario de Organización del partido, el jurista —perdón, el electricista— Santos Cerdán, cuando afirmaba, en contra de lo que dice la sentencia, que tanto Griñán como Chaves «son inocentes» y que las dos sentencias condenatorias emitidas por la Audiencia Provincial de Sevilla y el Tribunal Supremo son «injustas». ¿Llamaba Santos Cerdán prevaricadores a los magistrados de ambos tribunales? «Cada vez que los socialistas insisten en fabular sobre la inocencia de sus conmilitones, condenados por graves delitos de corrupción, asestan un nuevo golpe a la independencia, prestigio y solvencia de la Justicia» (abc.es). Sin embargo, «la justicia ha dado por probado que el bueno de Pepe y su amigo y predecesor, el también bondadosísimo Manolo Chaves, ‘eran plenamente conscientes de la ilegalidad’ en el uso de los fondos de los ERE… Tan buenos eran Pepe y Manolo que, según la sentencia, propiciaron ‘un descontrol absoluto’ en el reparto de 680 millones» (L. Ventoso). Por lo que hacer justicia sería no indultar a Pepe Griñán.

«Usted Sr. Griñán, no puede ser receptor de un indulto, lo pida quien lo pida y lo apoye quien lo apoye, no puede porque sería ratificar que haga lo que haga un político no tiene responsabilidad alguna y, si el Poder Judicial les condena, ya se encargan sus colegas en activo de librarles de la misma» (J. Gómez). Indultar a José Antonio Griñán sería claro ejemplo del insulto de un indulto.

Golpistas, terroristas y arribistas. ¡Ya está bien de insultos con los indultos!

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