Diario de León

Como oasis en el desierto… algunas pequeñas grandes cosas

Publicado por
Isaac Núñez García, Consiliario Diocesano de la HOAC de Astorga
León

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Estamos viviendo en un mundo donde abundan y se recrudecen de un modo ya casi impensable la locura cruel y exacerbada de la/s guerra/s, amén de la pervivencia de márgenes, incluso crecientes hoy, de desigualdad socio-económica, exclusión xenófoba y despiadada de inmigrantes y refugiados, violencia machista e intrafamiliar… Pero en este desierto de inhumanidad aparecen también, como oasis de vida buena y bella, iniciativas de personas y organizaciones a favor de la opción por los empobrecidos y por la justicia —arriesgando incluso la propia vida en muchos casos—, y de inserción o encarnación al servicio del pueblo.

Existen ONGs y otras organizaciones cívicas que reivindican la dignidad de las personas y los derechos humanos (vida, salud, educación, asistencia social, vivienda, trabajo…), la igualdad real como personas y ciudadanos de hombres y mujeres, la acogida-protección-promoción-integración de inmigrantes y refugiados —como propone el papa Francisco—, los derechos laborales (desde el acceso al empleo a unas condiciones dignas y seguras de trabajo y salario justo).

Cabría reseñar también la labor efectiva, a la vez que siempre controvertida e insuficiente, de actores políticos que tienen como actitud y objetivo primero la promoción del bien común de todos, comenzando por los sectores más empobrecidos.

Observemos en nuestro entorno local la dinámica y estructuración de la vida ciudadana y vecinal, y visualicemos su tejido social hecho de una multitud de instituciones públicas, asociaciones e iniciativas, que nacen y actúan con el objetivo de promover la sociabilidad, la cultura, la atención a necesidades diversas, la defensa de víctimas y marginados/as…

Observamos a la vez la pasividad, conformismo e indiferencia de tanta gente, mayores y también muchos jóvenes «en-sí-mismados» y, lo que es peor, la apología del actual sistema neoliberal, que mantiene su esencia idolátrica de acopio lucrativo a costa de la distribución justa de bienes, servicios, trabajo y salarios e impuestos.

Se está constatando la incoherencia casi suicida de una opinión pública (o popular) favorecedora de opciones políticas regresivas (realmente anti-populares), emanadas —dicen— del resentimiento a modo de voto de castigo, de la desinformación o de la manipulación populista.

Pero —repito— hay oasis en el desierto sofocante o gélido de este mundo. Pequeños oasis instalados en la vida vecinal de barrios y localidades —a veces bien pequeñas—. Son ámbitos muy humanos, muy buenos y muy bellos; algunos de ellos tan sencillos que casi pasan desapercibidos, pero que brillan por sí solos ante quienes se fijan y prestan atención. De varios de ellos soy yo mismo testigo habitual.

Hijos e hijas dedicadas a pleno tiempo al cuidado de sus madres muy ancianas en casa de éstas. Pero, ¿es sorprendente? Cuando uno de estos hijos te dice que no sale casi de casa porque tiene miedo a dejarla sola, aunque necesita salir, pasear, charlar… Yo pienso y declaro que es la mejor obra que están realizando en su vida, una acción óptima, de amor total. Es una acción totalmente normal para ellos, pero que contrasta con tantas otras situaciones de padres o abuelos recluidos en residencias, con escasa o casi nula atención familiar en muchos casos; ancianos que quizás podrían estar perfectamente atendidos por familiares o servicios sociales en sus propias casas.

Habría que enfatizar que lo mejor y más común debiera ser la permanencia de los mayores en sus propios domicilios en un contexto de vida familiar, manteniendo la internación residencial solamente en casos de carencia de familia disponible.

Un hecho actual de ayuda espontánea y efectiva, en una situación límite de riesgo de muerte, es la del niño Óliver, de dos años y medio, mexicano, desahuciado en México, pero al que un empresario español sufragó espontáneamente su viaje (196.400 euros) a la clínica barcelonesa, donde ya ha sido operado con éxito. Un hecho ordinario-extraordinario que habla por sí solo.

Es muy necesaria y encomiable la programación de actividades culturales, convivenciales, solidarias, festivas por parte de los ayuntamientos y las juntas vecinales, las asociaciones cívicas y culturales. También la provisión o mantenimiento de espacios o locales de reunión, diversión y ocio —se viene resaltando la importancia de disponer de al menos un bar en cualquier pueblo—. Todo este cúmulo de actividades y ambientes son generadoras de bienestar personal y de convivencia saludable y enriquecedora. Constituyen un verdadero «servicio social» en beneficio de todo el pueblo.

Y en todo ello la Iglesia está llamada a implicarse, participar y colaborar. Es el mensaje evangélico mismo el que anuncia y genera comunicación y comunión, amistad y fraternidad, reconciliación, acogida y ayuda integral —económica, familiar, educacional, laboral, espiritual…—, el ¡amor! en definitiva; ejemplo y un cauce para todo ello es Caritas. Todos y cada uno, como personas y/o cristianos, y vecinos, estamos llamados a esta tarea.

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