Diario de León

Situación demográfica de León y su futuro

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El comportamiento de la población: natalidad, mortalidad y migraciones, es un fenómeno que hace tiempo preocupó a demógrafos y sociólogos, y hoy debe preocupar a toda la sociedad, debido a las serias implicaciones que el estado de la población tiene en la vida económica, política y social de cada pueblo. De aquí el interés por conocer la realidad demográfica de nuestra provincia de León y los retos que se plantean a la sociedad leonesa ante los problemas derivados de su situación demográfica.

Mientras que a nivel mundial el tema demográfico más preocupante sigue siendo la «explosión demográfica» o crecimiento acelerado de la población frente a la escasez de recursos, en el caso concreto de la provincia de León lo que preocupa es la pérdida de población y el alto índice de envejecimiento de la misma. La población de León, desde 1960, año en que alcanzó su mayor número de habitantes, 584.594, hasta nuestros días viene registrando un continuo descenso, en algunos momentos compensado por la inmigración (censo de 1990), pero en el resto de los censos siempre con saldos negativos. Desde el año 2000 hasta el 2020 la provincia de León ha perdido 50.237 habitantes, siendo los municipios rurales los más perjudicados, llegando a crearse zonas semidesérticas, con densidades demográficas inferiores a los 10 hab./km2. Esta es la España vaciada que ya ha dejado de preocupar a los políticos incluso durante las campañas electorales y antes de haber dado ninguna solución a la misma.

Las causas de esta pérdida de población, entre otras, son la caída de la natalidad, el aumento de la esperanza de vida y los saldos migratorios. La tasa de natalidad de León en el censo del 2000 era de 7,24 nacidos por 1000 habitantes y año, sensiblemente inferior a la media nacional, que fue de 9,78. En los últimos años León sigue registrando un descenso acelerado, situándose en 2020 en 5,71 nacidos por mil habitantes. Esta espectacular caída de la natalidad se debe, entre otras causas, al deseo de mejorar el nivel de vida de la pareja, al uso generalizado de medios anticonceptivos y al creciente costo de la educación de los hijos.

Por su parte, la mortalidad en León ha mantenido una dinámica similar a la media nacional hasta el 2000, que estaba en las 9,03 defunciones por mil habitantes y año; pero a partir de esta fecha León comienza a desmarcarse de la media nacional, llegando a registrar en 2020 una tasa de mortalidad de 15,14 defunciones por mil habitantes, mientras que la media nacional para esta misma fecha fue de 10,4. Este aumento de la mortalidad, en uno y otro caso, se debe principalmente a los efectos de la pandemia. Las diferencias entre natalidad y mortalidad, lo que se conoce como saldo vegetativo, dan un resultado muy negativo para León, que en 2020 se sitúa en menos 9,43 personas por mil habitantes y año. El saldo vegetativo puede ser modificado al alta o a la baja por los saldos migratorios, que en el caso de León en el año 2000 fue positivo en 5 personas por mil habitantes, pero en el 2020 ya había descendido, pasando a ser negativo de menos 1,0 por mil.

Otra variable a tener en cuenta en un análisis demográfico es la esperanza de vida y el consiguiente envejecimiento de su población. La esperanza de vida en León en los últimos años viene siendo ligeramente superior a la media nacional. En 2020 la esperanza de vida para España era de 82,2 años, mientras que en León era de 82,53, lo cual es muy positivo a nivel individual, aunque para la sociedad suponga un incremento de gastos médicos y asistenciales. La caída de la natalidad junto con la más alta esperanza de vida, lógicamente producen un envejecimiento de la población y una mayor proporción de personas mayores de 65 años, convirtiendo a León en una de las provincias más envejecidas de España, muy por encima de la media nacional, que en el 2020 era de 21 persona por cada 100 habitantes, es decir, el 21 % de la población tenía más de 65 años, mientras que en León era el 27,91 %.

Desde el punto de vista demográfico, León se encuentra en una situación preocupante, pues una vez alcanzada la fase de incremento negativo, solo hay tres formas de dinamizar la población: con una política familiar a favor de la natalidad, con un cambio de valores sobre la familia y los hijos, y con la inmigración. Es necesario implantar una política natalista con importantes apoyos económicos y sociales a la familia, como ya lo están haciendo muchos países europeos también envejecidos, y como también se está intentando en España desde el 2015 con el Plan Integral de Apoyo a la Familia 2015-2017 y con la nueva Ley de Familias, aprobada por el gobierno en 2023.

Además de las ayudas económicas, es necesario también un cambio de valores en torno a la nupcialidad, la estabilidad de la familia y el número de hijos. Este cambio de valores, aunque sea considerado por muchos como algo arcaico, es absolutamente necesario para conseguir el remplazo generacional. En este momento la tasa de natalidad está en 1,2 hijos por mujer y se necesitaría llegar a 2,2 para el remplazo generacional. Pero este cambio de valores no será posible si no lo apoyan los políticos y la sociedad en general, sin prejuicios ideológicos y sin esperar a entrar en campañas electorales, como ha sucedido en repetidas ocasiones.

La otra forma de dinamizar la población es mediante una política económica provincial agresiva e innovadora, orientada a crear nuevos puestos de trabajo y unas condiciones socio-laborales capaces de ejercer un «pull» o atracción, primero para fijar la población joven autóctona y luego para crear una corriente de inmigración también joven que venga a contrarrestar el grave envejecimiento que padece León. Las tres alternativas son válidas y necesarias, pero difíciles de conseguir. No obstante, este es el reto que tiene planteado León y las exigencias a las que tendrá que dar una respuesta urgente la sociedad entera y sus políticos, si no quieren ser testigos de un continuo deterioro de nuestra provincia y de una «muerte anunciada».

Para terminar, quiero recordar que nuestros artistas representan a León con la figura de un león rampante. Yo también quisiera, con nuestros artistas, soñar un león rampante. Yo quiero soñar un León joven capaz de producir y respetar la vida; un León que se hace cargo de su juventud y le da trabajo; un León que escucha y valora a los ancianos y a los enfermos; un León donde ser inmigrante no sea delito; soñar con un León del cual se pueda decir que su principal utopía es conseguir el bienestar social para todas sus gentes. Pero lo cierto es que, desde el punto de vista demográfico, León está gravemente enfermo.

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