Diario de León

Del Rey Alfonso IX de León a la Princesa Leonor de España

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Dos personajes históricos, un rey medieval y una princesa del siglo XXI acotan el sentido parlamentario y participativo, leonés y español, con la misma edad, diecisiete años, cada uno en su momento, uno antaño y otra ahora. El pasado y el futuro.

En el devenir de la vida de las personas y de las instituciones, hay momentos en que un cruce de estrellas delimita las posiciones de cada uno y en cada instante.

Nuestro rey Alfonso IX de León, que debería de ser el VIII, un joven imberbe recibe la herencia de un gran reino, el de León, que debe de gobernar desde el mas inexperto conocimiento, pero que, sabiéndose asesorar por nobles y caballeros afines, así como del clero mas despuntante, efectúa un salto de calidad al dejar participar en las decisiones de su Curia Regia a las personas mas humildes, pero respaldadas por la elección popular, los «hombre buenos» para que manifiesten las necesidades de los ciudadanos de los pueblos y villas, en una palabra, los súbditos más modestos. Da pie a que la ya usada democracia («demos ateniense») tome cuerpo definitivamente, diecisiete siglos después (del siglo V a.C. al XII d.C.), y se instaure especialmente en la cultura europea, desde entonces hasta nuestros días, con los altibajos que siempre marcan los tiempos.

Alfonso IX en las ya míticas Cortes de 1188, da entrada, con el apoyo de varios abades y nobles, entre los que podríamos citar al abad de San Isidoro, Santo Martino y a Gonzalo de Ponce, Abad de la Imperial Orden del Pendón de San Isidoro, conocido popularmente como de Baeza, a esos representantes de las nueve ciudades más importantes del Reino para que diluciden y voten con el rey, la nobleza, el clero y las milicias, lo mejor para un Reino de todos.

De ahí nacen las pautas de funcionamiento de un estamento mas representativo, mas plural y más democrático, conocidas como los Decreta, que emanan del pueblo que las acepta, porque las ha decidido él mismo. Siendo referencia mundial del mundo de occidente, en un tiempo muy convulso pues en oriente medio se produciría la pérdida de Jesuralen y Gengis Kan se encontraba en plena invasión en extremo oriente.

Todo ello, es decir este espíritu de desarrollo participativo común, ya se había reflejado en el Fuero de León, instaurado en el año 1017 por Alfonso V, que mostraba las características de Concejo Abierto en la que todos los vecinos participaban de una manera directa en el funcionamiento de cada población. Era un regimen político y económico en una estructura minifundista, es decir por lo general cada ciudadano tenia sus propias tierras que le servían para el mantenimiento familiar, en contraposición con el avance de la reconquista, en la que empezaron a tomar fuerza los grandes latifundios señoriales.

Tiempos atrás tambien existieron focos de inconformismo del pueblo, expuestos y manifestados, entre otros, en los motines de la Trucha en Zamora y de la Ravia en Salamanca y asimismo en la Rebelión de los Burgos en Sahagún., por lo que el rey de turno debería de mostrarse cauto y expectante para tomar el camino adecuado, quizás empujado hacia esa responsabilidad compartida en el binomio rey-pueblo.

Estas ejemplares Cortes de 1188, cuyo legado histórico fueron los Decreta, tuvieron continuidad en otras siguientes de 1202, en Benavente, y 1208 en León, siendo anteriores a la carta magna de Juan sin Tierra en Inglaterra, y fueron inscritas en 2013, en el Registro de la Memoria del Mundo de la Unesco, como consecuencia del expediente español, coordinado y presentado por el profesor Rogelio Blanco, entonces director general del Libro, Bibliotecas y Archivos, con el que el pueblo de León estará en deuda permanente por haber logrado destacar un hito mundial ocurrido en aquel Reino de León del medievo.

No obstante, todavía quedan vestigios no solo documentales de aquellos hechos, pues podemos aseverar que la Imperial Orden de Caballeros del Pendón de San Isidoro de León, la mas antigua de estas instituciones hoy en España y en pleno funcionamiento, celebrando su 875º aniversario fundacional, estuvo presente en aquellas jornadas históricas, con el Pendón como enseña histórica, prácticamente considerada, durante varios siglos, representativa del Reino y la Ciudad de León y representada por algunos de sus miembros de la nobleza y del clero y como hemos mencionado con anterioridad, defendiendo y apoyando con firmeza ante Alfonso IX, la apertura a la representación y voto de los ciudadanos, apoyados siempre en el gran sentido de la participación plural que existía ya en la redacción de las primeras Reglas tanto de la Cofradía, como del Cabildo Isidoriano, de origen agustiniano, y tomándose ambas posteriormente, como importante referencia en la redacción de la constitución de los Estados Unidos.

De ahí la herencia que siempre existió en estas tierras de las decisiones de «todos para todo y todo para todos», especialmente reflejado en los Concejos abiertos y que también con posterioridad dio paso a la confección de los primeros presupuestos económicos, tomando como ejemplo la devaluación de la moneda forera, así como a la delimitación de la territorialidad, todo ello dentro de un Reino-Estado.

Y llegando a estos tiempos actuales debemos de conectar con el futuro de la Corona de España, que en su título «largo» expresa: «Rey-Reina de España, de León, de Castilla, de Aragón, de Navarra, de Granada,...» todo ello a través de la Princesa Leonor que supone la articulación definitiva con nuestros tiempos tan cambiantes y que va a desarrollar su función de Jefa de Estado, dentro del siglo XXI, con una referencia histórica significativamente leonesa, por las amplias referencias de dos Reinas leonesas, Sancha y Urraca que supieron ejercer sus cometidos monárquicos dentro de esa esencia participativa del pueblo, actualizándolo y equiparándolo con la actual «Monarquía Parlamentaria» abierta deliberadamente por su abuelo Juan Carlos I y reflejada en nuestra Constitución Española.

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