Diario de León

Urgente: se necesita central izquierdo

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Me hice el propósito de ignorar el resultado de los comicios del 23 de julio porque mi cardiograma se embala con la tensión de las dos horas de escrutinio en las que todo es posible hasta el pitido final. Y porque me cuesta soportar la farfolla mediática de la parroquia informante, los debates coléricos de las cadenas TV y los comentarios de chichinabo de los paisanos que te cruzas por la calle. Y por qué no confesarlo, me cuesta digerir unos resultados adversos a mis convicciones, cosas de la edad.

Mis parroquianos del Club de Debate de la Biblioteca de Benavides se asombraron de que tal empeño fuera factible. La telaraña audiovisual de los pregoneros de palacio es tan densa que solo enquistándose en casa, a modo de fortaleza, durante 24 horas, desconectándose de todas las terminales de información y proveyéndose de auriculares de marmolista, puede alcanzarse.

Después del primer día, el guisote es más digestivo: las pantallas y las portadas han dejado de vomitar sus titulares de feria y en las calles y tabernas han desaparecido los comentarios de rigor. Pero como la curiosidad es la madre de la ciencia no pude evitar la tentación de conocer la respuesta de las urnas.

Solo con abrir la pantalla de mi móvil, el lunes día 24, a las diez de la mañana, en cuatro simples signos minúsculos, me llegó la señal inequívoca, de la situación electoral: «Ibex -1,35%». Indicio claro, según mi experiencia financiera de que todo seguía como estaba.

Ha ocurrido lo que algunos ya olíamos: que la boyante, aunque frágil, coyuntura económica, el caudal de millones regalados para captar electores y la simple rutina de la propaganda apostólica del PSOE, al que he aludido en otra Tribuna, haría que la situación se mantuviera en los términos en que ya estábamos, es decir, un gobierno Frankenstein II.

Los electores con sentido de Estado desaprovecharon en noviembre de 2019, la oportunidad de conceder su confianza a un partido que llegaba para desinfectar la herencia del ‘Partido de la Gaviota’ y volvieron al redil de su rebaño, asustados por la demagogia de los medios que acusaron a Rivera de veleta. Los electores de izquierda han vuelto en julio de 2023 al «vivan las cadenas».

La descomposición del Reino de España es galopante y se resume en un díptico: El número de parásitos ya es superior a la de productores y el antiespañol@s ya supera al de español@s.

Los resultados de las elecciones del 23-J han manifestado la imperiosa necesidad de un central izquierdo en el tablero político, es decir un partido bisagra entre PSOE y PP.

Esa media docena de diputados que podría conseguir son exactamente los necesarios para alcanzar una mayoría de derecha que acabe con esta deriva del PSOE, que lleva al derrumbe de la nación y al arruinamiento de su clase media.

Esa media docena de diputados es la que resultaría de sumar el cuarto de millón de votos a la derecha del PSOE y del cuarto a la izquierda del PP. La exclusión de Ciudadanos; ha dejado un vacío pavoroso en el centro que aprovecha solamente al PSOE. El cuarto de millón de votos que votaba a Cs en 2019 han retornado sin problemas al PP de donde habían venido. Pero el otro cuarto de millón, que provenía del PSOE se ha quedado el 23-J en el PSOE. Por un motivo más que elemental: los votantes a la derecha del PSOE que se pasaron a Cs en 2019 no pueden votar de ninguna manera al PP de la corrupción, es algo contra su natura, y conozco una docena de casos de mi entorno en esta situación

Cs, en junio de 2019, tuvo la oportunidad de cambiar el rumbo del Reino de España. Pero los deficientes servicios de demoscopia electoral del y la imprudente apuesta de su líder Rivera por engullir al PP y erigirse en el líder de la derecha en lugar de servir de escudero al PSOE para obligarlo a moderarse, se frustraron en las elecciones siguientes de noviembre del 2019.

Fue un fiasco monumental que dejé escrito como «Doctor Fiasco» en esta misma Tribuna. Su sucesora, no ha podido sobreponerse a la brutal tormenta de esa debacle y Cs se ha inmolado. Alguien de este partido, debe imponerse la voluntad de resucitarlo, también podría la antigua UPD, porque el centro izquierda es necesario para evitar el derrumbe del Reino de España.

El PSOE del Sr. Sànchez Castejon es un miserable rehén de la avaricia insaciable del separatismo nacionaloide y de la deriva paracomunista de la extrema izquierda.

Su continuidad esta sembrando la desarticulación del Estado, con una España del interior cada vez más pobre y desamparada una España de la periferia, más Madrid, cada vez más rica y prepotente; una clase media productiva, cada vez mermada e impotente y una clase parásita cada vez más nutrida y agresiva.

Y en última instancia puede llevar, si Europa se tambalea, a la agonía de la nación. Ese cuarto de millón de votantes del PSOE que no soporta esta situación es el depositario del destino de España y solo puede ser captado por un partido de centro, pero nunca por el PP.

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