Diario de León
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Un opinador como el que suscribe, no pretende que lo que escribe sea del gusto de todos. Cuando se escribe no se es «objetivo», es imposible. Siempre dejamos nuestra impronta, nuestro ramalazo subjetivo, aportamos nuestro sentir. Si el escrito es sobre política, pues también dejamos nuestro sentir, se cuelan nuestras ideas. Dejo claro que no intento convencer a nadie, doy mi opinión como la puede dar cualquier otro.

Dicho esto, haré unos comentarios sobre la actitud del PP. Es preciso que al PP alguien le explique de que va lo de la «Democracia Parlamentaria». Este partido es crítico con todo lo que sale del Gobierno, sea bueno, malo o regular. A veces, por la mañana dice una cosa y por la tarde la desdice. Ha hecho lema de que «lo que le vale para ellos, no vale para mí» o lo de que cuanto peor mejor.

Seamos coherentes, no es correcto pensar según sopla el viento y si este me es favorable o desfavorable. El PP pide gobernar por ser la lista más votada, cosa que me parece correcta, si tienes los apoyos suficientes para conseguir mayoría parlamentaria. Sí, el PP pide que gobierne la lista más votada aunque solo porque le interesa y en este momento le interesa. Ocurre que siendo el partido más votado, está muy pero que muy solo. Por otra parte, el PSOE, que no ha sido la lista más votada, puede tener esos «socios» para formar gobierno. Está en situación de conseguir al menos los votos de la mitad de los españoles, incluidos vascos y catalanes que son tan españoles como nosotros. A esto se llama Democracia Parlamentaria, aunque tal vez la derecha no entiende que es esto de D. P. y lo lleva al extremo de «no admitir» que fuera de ellos hay otros partidos que pueden formar gobierno. El caso es que no tienen apoyos porque los programas de PP-Vox comparados con el resto de partidos con los que pueda pactar, son antagónicos. Estoy de acuerdo en que el PP debe intentar con todas sus fuerzas formar Gobierno, pero las matemáticas no dan más de sí, solo podrán llamar a la puerta de PNV y Junts, aparte de UPN o CC y estos no se van a prestar a un gobierno con PP-Vox. Sobre todo, por lo de Vox, un partido que no reconoce que la violencia de género es una realidad; que piensa que el cambio climático es un cuento a pesar de las evidencias; que no reconoce el estado de las autonomías porque hay que hacerlas a su medida; que no reconoce la UE tal y como está constituida; que declara a los inmigrantes ilegales y que ha dicho que no pasarán por pactar con independistas.

Vox es un partido que no podrá llegar a estos partidos y la aritmética dice que no hay otros apoyos para formar Gobierno. Estos partidos, sobre todo Junts, exigirán «de entrada» amnistía y referéndum de autodeterminación entre otras cosas, por lo que chocan frontalmente con Vox, amigo preferente del PP, amistad que determina que no aparezcan socios. El PP, a sabiendas de su escaso número de votos parlamentarios, pide dialogo y pactos con PSOE para formar gobierno sin recordar que, cuando se lo pidió el PSOE, le dio la espalda. Repito, la línea de salida la debe de marcar el PP, pero no podrá llegar a meta y en su defecto será el PSOE por razones numéricas. Así pues el PSOE iniciará diálogo con los partidos que acepten el mismo. Al final, este dialogo (si lo hay) lo dictará la flexibilidad de los interlocutores, hablar en un clima de tensión dificultará el resultado final. Se pondrán sobre la mesa «quitas fiscales» o nuevos modelos territoriales, prerrogativas culturales, de lenguaje… y de ahí sacarán su «bocado». Ningún partido no unionista (independentista) de antemano desecha al PSOE y si en cambio a PP-Vox. Por activa y por pasiva Sánchez ha repetido a Junts que no va a tener ni amnistía, ni independencia, lo saben y el PSOE se sentará a negociar con esta premisa. Hay otro contratiempo para el PP, Vox es un partido «fugaz», no quiere ir a nuevas elecciones porque su tendencia es a la baja, la misma de Ciudadanos, de Podemos y tal vez la misma que tendrá Sumar.

Bueno, pues resulta, que el PP ha pedido «oficialmente» por carta al PSOE sentarse a dialogar y hablar de formar gobierno. Sánchez como es obvio le ha dicho que desestima su oferta y que como es preceptivo se reunirá con él cuando se hayan constituido las Cortes y el Rey llame al o a los partidos con opciones de «ligar» un Gobierno. Este será el momento de traducir la mayoría social, en mayoría parlamentaria. El día señalado es el 17 de agosto. El PP por medio de la inefable Cuca Gamarra clama y reclama a Sánchez que rectifique y asuma el resultado. Calma, señora Gamarra, el resultado está asumido y por eso, se posterga la decisión al 17 de agosto cuando las Cortes estén constituidas. De paso, le recuerda que el PP ha llegado sistemáticamente a alcaldías y a comunidades autónomas sin haber sido el partido más votado, ha seguido a la suma aritmética que más les convenía. Añadiríamos que hay un elemento imposible de salvar como es su matrimonio con Vox y que la situación en Cataluña es mucho mejor que con el señor Rajoy como lo demuestra el hecho de que los partidos independentistas se han vaciado de votos sin necesidad de un 155. Esta carta, señor Feijóo, es otro de sus «errores». Pero hay otra carta que envían a Sánchez los partidos independentistas para negociar la posible investidura. Estaba escrito que así iba a ser, estas negociaciones supondrán como es evidente un buen «bocado» económico para estos «socios». Para el PP, la carta dirigida a Sánchez es a su pesar, la única salida porque no tiene ningún socio salvo Vox, tal vez UPN y si acaso CC y esto no da para formar gobierno.

El PP está obligado a hacer el cuento de la lechera y como siempre el cuento termina mal para su partido que comenzó a ganar con Sánchez enfrente y comenzó a perder al demostrar su adhesión a Vox. Ahora, todos «de vacaciones» bien o mal ganadas pero siempre mejor pagadas, se debaten en pedir diálogo con Puigdemont, un fugado de la justicia española, el mismísimo diablo para el PP pero dispuestos a pactar con él. Llegados a este lugar en el que el PP no puede formar gobierno y que el PSOE solo puede acceder a gobernar con la ayuda de los independentistas, considero necesario hacer cuentas sobre la factura que se pasaría a este gobierno. Esta factura sería sin duda muy elevada, de proporciones económicas-territoriales-sociales grandes, tan grandes que habría que plantearse unas «nuevas elecciones» de factura insignificante comparativamente con la que tendríamos que pagar pactando con los partidos independentistas. De este modo he llegado a la conclusión de que tal vez la mejor salida sean unas nuevas elecciones generales, a pesar de la impopularidad de las mismas. Con la convicción de que el voto sería más elevado y votaríamos menos con las tripas y más con el cerebro. Este es el temor del PP y lo quiere evitar a toda costa. No he pretendido ni pretendo convencer a nadie, solo aclarar dudas y si esto lo he conseguido pues lo doy por bueno. Argumentos para lo contrario se pueden intentar pero serán falsos o mentirosos que es la palabra de moda.

Un dato más: el 36% de los españoles prefiere a Sánchez, el 28% a Feijóo… Ahí lo dejo.

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