Diario de León
Publicado por

Creado:

Actualizado:

El expresidente del Gobierno, Sr Rajoy Brey, sus palmeros de partido y los media de su cuerda, nos aseguraron desde el inicio del proceso de separación  de Cataluña que eso no llegaría a ocurrir. Y lo repitieron tantas veces como ocasiones este proceso se  sustanció  en los hechos bien conocidos. Con esta actitud, que sus cortesanos llamaron prudencia y sus adversarios, cobardía, evidenció la naturaleza de su carácter y de paso,  de su oficio. Su talante de registrador le taponó su olfato de político. Para un registrador, la Norma es sagrada; solo tiene  que aplicarla. Pero en política, nada, absolutamente nada, es sagrado. Todo es mutable, inestable, cambiante. Lo que anteayer parecía imposible hoy es una evidencia sin remedio, Los historiadores lo saben de sobra. Los políticos se enfangan porque los árboles les impiden ver el bosque.   

El hoy presidente de Gobierno, Sr. Sánchez Castejón, sus mariachis de partido y los media de su cuerda,  nos aseguran que mantiene bien sujetos a los berracos del  independentismo, los de Cataluña y los de otras lindes, y que con tratos con ellos,  con librarlos de penar por  sus delitos de sedición  y aceptar sin escrúpulos su chantaje a la Hacienda de todos, en forma de inversiones, subsidios, condonaciones de deudas, el conflicto se acabará por disolver como azucarillo en  taza de café. 

La realidad es que la escisión de Cataluña es tan posible como la de cualquier otra parte del Reino de España. Y lo mismo su contrario, la unión de España con Portugal o Europa o con Méjico.  Solo es necesario que una parte del paisanaje —y no necesariamente la mayoría— lo pida y la exigencia se  hace imparable. La existencia de esa parte del pueblo de Cataluña que quiere la escisión es innegable, lo mismo que en Euskadi y vete a saber en cuántas partes más. El error irreparable de los gobiernos nacionales es ese cainismo maldito que envilece miserablemente la política española. Ese odio feroz entre PSOE y PP que ha impedido juntarlos para hacer frente a la serpiente  separatista durante treinta años. Todos sus votantes son cómplices de ello.

Ahora ya es tarde para el remedio. Usar las leyes es inútil si no las respaldan las armas. Usar las armas es invocar un ídolo que puede devorarlo todo. Encarcelar a los líderes es tan inútil como cortar una cabeza a una hidra. Solo cabe aceptar los hechos consumados. Aceptar una separación de facto con todo lo que implica:  Un Estado asociado con un único puente, la Seguridad, la  interna y la exterior. El resultante, una mini España, menos extensa, menos poblada, pero más compacta y solidaria lo que borrará a la larga las penurias  a corto plazo que el cambio traerá.

tracking