Diario de León

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Déjenme que les cuente mi historia de hoy. Algunas personas, cuando llegan a la madurez y han llevado a cabo una vida coherente, con sus altos y bajos, pero, coherente al fin, suelen de vez en cuando decir frases que parecen sentencias.

Eso ha ocurrido con Alfonso Guerra, un hombre, un político, un socialista, que siempre declaró no aspirar nunca a ser número 1, prefería la segunda línea, el número 2 desde donde, según él, se ven las cosas con mayor serenidad.

En una entrevista que concedió a una cadena de radio, se le preguntó a A. Guerra, por el sr. Puigdemont y su papel actual, el de Puigdemont, en la política de nuestro país, de España. El sr. Guerra, sin pelos en la lengua como es costumbre en la casa, contestó: «ese señor es un gánster mafioso que se metió en el maletero de un coche para fugarse de España». Qué bonito, ¿verdad?

También dedicó unas palabras a la visita que la vicepresidenta segunda del Gobierno en funciones hizo, yendo a Bruselas a ver a ese gánster mafioso, calificando la entrevista de inefable. No se puede ser más claro. A Alfonso Guerra siempre se le entendió muy bien y ahora, con motivo de este desgraciado episodio, no podía ser menos.

Defiende Alfonso Guerra que algo debería hacerse entre los dos grandes partidos nacionales (más del 70% de los votos españoles) para detener a ese diminuto grupo de nacionalistas e independentistas que, entre todos ellos, (más de 20 partidos) no llegan al 2% de los votos de los españoles.

¿Nos damos o no nos damos cuenta de lo que eso significa? Sánchez no es que se arrastre, que se arrastra, es que podría vender a su madre si ello le garantizara seguir como presidente. Eso es lo que él ansía y no es malo que lo ansíe, lo malo es lo que hace para conseguirlo. Además, derrocha mala educación, especialmente con la oposición. Así como suena, mala educación. No tiene ningún reparo en mentir, se ponga delante quien se ponga. El colmo del cinismo fue cuando le llamó él a Núñez Feijóo mentiroso en el famoso debate preelectoral. Lo hizo varias veces, pero eso a él le da igual.

Sin embargo, lo que son las cosas; le tiemblan las piernas cuando al que tiene delante es el rey de Marruecos. Entonces, toda la fuerza que tiene él y sus monaguillos se va al traste y como consecuencia a tragar lo que diga el monarca marroquí.

Personas con peso específico y con una trayectoria política coherente demostrada con años de solera, han salido a los medios para avisar de la enorme locura que significa hacer lo que está haciendo Sánchez para no abandonar la Moncloa. Felipe González, Nicolás Redondo Terreros y ahora el propio Alfonso Guerra son prueba de ello.

No se entiende que nadie, absolutamente nadie, plante cara a esta ridícula e injusta situación que estamos viviendo y desde luego fuera totalmente de la Constitución. ¿Por qué se marea tanto a esa Constitución y por qué no se la respeta de verdad?

Nadie contesta a esta cuestión. Pero, sin embargo, Sánchez y sus monaguillos llevan a cabo las consignas en contra de la oposición, llegando a menudo al insulto (Ay, Bolaños Bolaños), aunque después aseguran que no lo han dicho, que se les ha entendido mal.

Vive España un tiempo verdaderamente difícil. La izquierda española no acepta un resultado que no sea favorable a ella. Y así es muy difícil. Son conscientes que la Constitución no permite lo que piden los independentistas, pero a esa izquierda le da igual. Ellos quieren lo que quieren y no aflojan la marcha.

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