Diario de León

El ayer y el hoy de la vida cotidiana

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Me apoyo en frases ya referidas sea de viva voz o a través de la literatura para hacer un examen fugaz por el proceso del tiempo. Un tiempo, en apariencia largo, pero que se consume a una velocidad extrema. Parece que fue ayer, decimos, cuando nos ponemos en plan nostálgico. Solo cunde el tiempo cuando uno es muy chico y aspira a llegar lo antes posible a una posición de independencia, a una estabilidad confortable. Por desgracia, una vez instalado en ese podio ideal descendemos sin freno por la pendiente de la vida.

Si llego a saber cómo es la política no me hubiera embarcado en este tren. Lo dice algún diputado tras algunos desengaños. Eso es trampa. Un buen político ha de estar a las duras y a las maduras y ante supuestos desengaños o frustraciones reponerse y afrontar los traspiés con firmeza para revertir el transcurso de la vida. Precisamente como político ha de agotar los recursos disponibles e intentar que los cauces sean más llanos para todos. Un político está para servir al pueblo y ese es, debe ser, su empeño. Y no huir. Poco a poco se puede ir cambiando las situaciones que hagan más llevadero el camino a los demás. Aquí, claro, estaría este propósito por encima de la decisión de los partidos, por encima de izquierdas y derechas.

Antes de que uno se vaya de este mundo hay que procurar vaciarse y desahogarse con las personas más íntimas. Y no dejar para la ultratumba esos afectos que nos consumen por dentro. No es fácil sacar a relucir, sobre todo si uno es tímido, el amor hacia los más allegados, pero sería fatal que se nos vaya el ser querido y nos hayamos dejado en la punta de la lengua una y mil palabras de amor. Quizás se confunda con la cursilería, pero, con frecuencia, enterramos demasiado profundo ese amor que nos acompaña.

La infancia es la patria de nuestra vida. Esta frase está en boca de muchos escritores y, posiblemente, sea verdad. Desde muy niños nos vamos forjando y la atención sobre nosotros tiene un alcance mayúsculo. Últimamente leo libros donde se pone a caldo a padres y madres por la poca dedicación hacia ellos. Algunos afirman que sus padres nunca los besaron, que eran azotados en muchas ocasiones, que el castigo presidía cada desvío del camino diseñado. Y puede ser cierto. Antes las relaciones familiares eran frías y embarazosas, quizás debido al regio poder del padre. Y no en vano muchos niños vivían el horror casero y la imposición desatinada del hombre sobre la mujer. Esto ha quedado atrás, por suerte.

Ayer la achicoria prevalecía ante el café; la merienda consistía en pan con agua y azúcar; la gaseosa con vino presidía muchas meriendas-cena; el pollo reinaba en las fiestas; el pulpo y el bacalao abundaban en la Cuaresma; el cocido no faltaba durante la semana...En los pueblos era obligatorio asistir a misa los domingos. Ante la autoridad tenías que cambiar de acera y saludar... La radio era el hilo de conexión con el exterior. El juego y los deberes ocupaban todo el día. La vara del maestro bailaba sin parar. La huida al convento fue una salida necesaria para muchas familias...La ignorancia y la inocencia estaban a la orden del día...

Hoy ha evolucionado satisfactoriamente la mente de la gente y podemos decir que estamos muy cerca de conseguir las igualdades necesarias. Como personas. Ya no se trata de medir a nadie bajo ningún prisma peyorativo, sino de mirar a los ojos a todos y medrar al unísono y sin cortapisas. La profesión nos da garantías de sobra para estar satisfechos. Cabe más reticencia en la política donde se va a medrar más que a servir.

En el amor, puede que hayamos avanzado algo más en favor de una más clara y rotunda declaración de afecto. Y en la infancia hemos subido casi todos los escalones para que los niños estén bien educados y perciban el amor a su lado. Todo esto los hará más conscientes en el futuro. Solo nos cabe un mayor esfuerzo en esta etapa primera que nos conducirá a solventar muchos dislates que un día y otro nos sorprenden. No habrá perfección, pero si avanzamos con decisión y criterio el mundo que venga después será mejor, más justo y más ecuánime.

El sendero existe y hay huellas, así que no nos detengamos. Tan solo debemos aprender a buscar salidas ante tanto ramaje de medios técnicos y picarescos.

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