Diario de León
Publicado por
Javier Valenzuela
León

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Lo que aquí, querido lector, le voy a contar, es ni más ni menos la experiencia vivida, en primera persona, con este tipo de vehículos que, sin lugar a dudas, han venido para quedarse.... al menos durante unos años. Mi objetivo es únicamente compartir mis vivencias viajando, durante algo más de un mes, con un coche eléctrico.

Por convicción y por devoción, tenía muchas ganas de experimentar lo que es conducir este tipo de coches. Creo que es fundamental que todos, en la medida de lo posible, apostemos decididamente por una movilidad sostenible, y el e-car, ahora mismo, es la mejor de las opciones.

Han sido algo más de 2.500 kilómetros, con un 60% en ciudad y el resto por carreteras y autovías del norte de España. Me he estado moviendo con un Renault ZOE, realizando trayectos de entre 30 y 40 km de media, salvo tres en los que realicé algo más de 200 km de una sola tacada.

El ZOE, la verdad es que es un e-car, 100% eléctrico, muy cómodo de conducir y con muchas prestaciones que hacen de su manejo, algo sencillo, fácil y práctico.

Ya me habían comentado varios amigos, usuarios de este tipo de coches, que lo primero que tenía que hacer es cambiar mi mentalidad. Les pedí consejo y todos ellos coincidieron en dos aspectos. Por un lado, lo fundamental que resulta planificar un viaje, y lo segundo, descargarme diferentes aplicaciones en el móvil para conocer donde se encuentran los puntos de recarga.

En el primer aspecto, entendí a la primera que no es como otros vehículos; que si te apetece irte de viaje ahora mismo, lo tienes fácil, vas a una gasolinera, llenas el depósito y te vas. Esto es diferente, tienes que organizarte bien, saber hasta donde vas, qué batería tienes, cuanta necesitas y sobre todo, donde tienes puntos de recarga... que funcionen, claro.

Respecto a las apps me descargué las clásicas: Electomaps, Recarga Pública Iberdrola, Chargemap, Wayllets.... en fin, una variedad. He de decir que todas ellas son muy fáciles de manejar y muy intuitivas. Me di de alta, metí los datos, la forma de pago, la geolocalización, cacharreé un poco y lo vi sencillo.... pero una persona de mi edad (51 años).

Pues nada, ya con los deberes hechos, me lancé a la aventura.

Lo primero que sentí es comodidad, suavidad y silencio con el ZOE. Esta última es una de las características que, desde mi punto de vista, poco se destaca a la hora de promocionar el vehículo eléctrico. Yo que nací el Día de los Inocentes, sueño con una ciudad sin ruidos y estos coches lo pueden hacer posible.

Cuándo cogí el e-car, Manu me advirtió, con mucho sentido común, que una cosa son los kilómetros de autonomía que marca el vehículo y otra es la realidad. La base está en el tipo de conducción que se haga, si es agresiva (con muchos cambios de velocidad), pues sube el consumo, pero si la mantienes y conduces con suavidad, la bateria te puede hacer llegar mucho más lejos. Pues dicho y hecho. Conducción suave y a rezar que no haya muchas cuestas (más energía).

Las primeras sensaciones que tuve, y si usted ha conducido alguno de estos coches quizás me entienda, es que tus ojos están continuamente mirando al porcentaje de batería que te queda y tus piernas empiezan a temblar, al menos las mías, cuando ves que baja rápidamente...

El ZOE tiene en su navegación un sistema que te dice el alcance que tienes, tanto si conduces en modo ECO (para ciudad) como si lo haces sin él. Como el primer destino era León pues iba algo tranquilo. Pensé que con la batería llena, llegaba de sobra. Y así fue.

La segunda parte del viaje era hasta Riaño... y aquí mis nervios empezaron a florecer. En las apps no veía ningún punto de recarga en la zona y tras unos días en esta preciosa localidad leonesa, tenía intención de ir hasta Santander... y ¿qué hice?, pues llenarlo en León y tirar hasta Riaño.

Cuando arranqué dirección Cantabria, vi que tenía varias opciones de recorrido. Manu, me había dicho que si hay muchas subidas... también habría bajadas y que este tipo de coches se van recargando en los descensos... Total, llegué a Santander con 85% de batería y había salido con 70%. Primer match, superado.

Durante las siguientes semanas realizaba pocos kilómetros y ya empezaba a estar más tranquilo respecto a los temas de la carga. Veía que alrededor disponía de muchos cargadores. Con que bien... pero...

Ya no entro en los precios, tan diferentes que hay en el mercado de las recargas, entro en la calidad de las mismas. Me explico. Hay muchos y los hay buenos y malos, lo que en este mundo del e-car se traduce en rápidos o lentos. Mi ZOE, me permitía cargar en semirápidos (52 kWh) lo que suponía que, entre pitos y flautas, me llevaba entre 2,3 horas y 3 horas cargarlo a tope con un cargador de este tipo.

Localice varias cerca de mi casa veraniega... pero, no es oro todo lo que reluce. El gran problema, que al menos yo he detectado, es que las aplicaciones no están actualizadas al 100%, lo que significa en primer lugar, desconfianza y en segundo término, nervios. Me pasó, en una ocasión, tener casi el 20% de «depósito» e ir a un punto de recarga y encontrármelo ¡en mantenimiento¡... ¿y qué haces en este caso?, además de acordarte de toda la familia de la empresa que lo gestiona, rezar porque el que está a 16 kilómetros, funcione. Este para mí es el gran hándicap del e-car: no tener la certeza, la seguridad de poder cargarlo. De verdad que se produce una situación de tensión, de inseguridad... de cabreo que le aseguro que no se pasa hasta que lo tienes a tope de energía.

No logro entender como las compañías que ofrecen este servicio no se unifican en una sola app, para tener siempre, al 100% actualizado, el estado de los postes de recarga. Como mis amigos me recomendaron, antes de ir a cargar llamaba por teléfono para confirmar que funcionaba. Este tema, querido lector, es la mejor enseñanza que recibí. Antes de salir de viaje, dedica cinco minutos para confirmar que los cargadores, en los que tienes intención de recargar, funcionan... porque si no el susto es morrocotonudo.

Para que se haga una idea en España, según los datos recogidos recientemente por Anfac (Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones), existen 20.243 postes de recarga operativos. El número puede parecer elevado... pero no. Tenía que haber 45.000 instalados y en funcionamiento. Vamos muy por detrás de lo que se había previsto. Pero si estos datos son... sorprendentes, querido lector, usted va a flipar cuando se entere que hay 6.475 instalados ¡pero que no funcionan¡. Y ¿por qué?, pues eso quisiera saber yo.

Según los planes europeos de reducción de emisiones, nuestro país debería tener 91.000 puntos de recarga en el año 2025... Bueno, esperemos que sea así... pero poca confianza tengo.

Si pensamos, además de la ecología, en la parte económica, pues he de decir que para hacer los 2.542 km me he gastado exactamente 106,72 €, por lo que cada kilómetro recorrido me ha salido a 0,041 €. Una pasta considerable de ahorro. Cierto es, que no es un dato realista. Si el coche fuera mío, evidentemente estos no serían los números.

Ya le he contado como ha sido mi experiencia con estos vehículos, pero para terminar le voy a contar mis conclusiones.

¿Me compraría un vehículo eléctrico en mis circunstancias actuales? Sí, rotundamente.

¿Sería mi primer vehículo? Rotundamente, no.

Creo que la tecnología es buena, muy buena, pero el gran problema para su despliegue está, según mi experiencia, en el tema de la recarga. Es demencial la situación. Es ilógico. Es inviable. En el siglo XXI es irreal que no haya una exactitud en la información sobre los puntos de recarga. De verdad que no lo entiendo. El usuario tiene que saber que si está en la aPP, es que funciona y cual es el tipo de carga que realiza. Creo que es el mínimo de información necesaria.

Me hace gracia, por ejemplo, que una gran cadena de supermercados, que a pesar de ser valencianos están por todo el país, presuman de tener cargadores en sus aparcamientos... Es cierto, los tienen, pero la realidad es que la potencia máxima es de 3,7 kw (3,8 kw es la potencia media de un hogar en nuestro país) y un tiempo máximo de recargar de 60 min... Esto es como si nada. No voy a decir que los quiten, pero creo que las grandes empresas, sean del sector que sean, deben apostar clarísimamente por la ecología... no de cartel o de boquilla, sino con hechos.

En Estados Unidos los puntos de recarga (ultrarápidos) están por todo el país (en el nuestro únicamente hay 801) e incluso en las cadenas de comida rápida, para que puedas cargar tu coche mientras te comes una hamburguesa. No pido eso, por infindad de motivos, creo que hay otros muchos lugares más habituales para nosotros, donde pasamos más tiempo... por ejemplo, en el cine o en recintos deportivos... aunque creo que ya voy tarde y dando por hecho que las empresas tienen infinidad de información en su poder, y muchas empresas han decidido apostar por el mundo Big Mac, como he comprobado en mi recorrido veraniego, ....¡pues por algo será¡.

Mi conclusión final es que si queremos que esta tecnología triunfe, debemos poner las cosas fáciles al usuario. Tienes que poder cargar (hablo siempre fuera del domicilio) en lugares que sean los habituales de tu día a día, que no tengas que desplazarte a sitios en los que sólo puedes ver.... como se carga el coche.

Apostemos por la e-movilidad, pero hagámoslo desde el suelo, no desde el tejado.

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