Diario de León

Reivindicando a Rodolfo Martín Villa

Publicado por
José Antonio Cabañeros Posado
León

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Vivimos tiempos extraños, donde la zafiedad parece guiar cualquier actividad humana en un sendero de confusión y vulgaridad. La política se ha contaminado de estos comportamientos, siendo a su vez un amplificador de los mismos; todo se desguaza y revisa, especialmente el pasado, con una visión sectaria y, lo que es más grave, simplificadora en su profunda ignorancia. León, en su política local, no es ajeno a todo eso.

Hace unos meses, el Partido Popular tuvo la generosidad de brindarme la oportunidad regresar a la concejalía del Ayuntamiento de León y poder asumir el honor de representar a todos los vecinos de esta hermosa ciudad. Pasaron 32 años desde mi último día de concejal y cuando volví muchos aspectos eran distintos, pero lo vivido en el último pleno de 2023 me heló el corazón.

En ese pleno, el portavoz de UPL, Eduardo López Sendino, calificó de un «sinvergüenza político» a Rodolfo Martín Villa, por impulsar el actual marco territorial de la Comunidad de Castilla y León. Aunque yo estaba afónico, por las secuelas de una reciente bronquitis, pedí de inmediato la retractación de esas palabras, al estar insultándose gravemente a un leonés. El señor López Sendino simplemente matizó que se refería al comportamiento político con León de Martín Villa y no a su vida personal. Mi afonía imposibilitó continuar el debate y por eso quiero, ahora, aclarar algunas ideas, pero en cualquier caso mi amigo Rodolfo Martín Villa ha sido y es un leonés con sentido de Estado, patriotismo y vergüenza política.

Es fácil soltar maledicencias de hechos acaecidos hace 40 años, desde la licencia creativa de quien desconoce las circunstancias

Es muy fácil soltar difamaciones y maledicencias de hechos acaecidos hace más de 40 años, desde la licencia creativa de quien desconoce todas las circunstancias. Sin la figura de Martín Villa es imposible entender la transición española; donde participó activamente en la apertura hacia las libertades democráticas y en la legalización (como ministro de Gobernación/Interior) de toda la oposición al régimen franquista (incluyendo PSOE, PSP, PCE, y un largo etc), favoreciendo el clima de consenso que culminó en nuestra Constitución de 1978. Fueron años duros, de miedo a ETA y al golpismo militar, y con políticos de mente afilada, aunque nadie recurría a la grosería del insulto como argumento. Al inicio de la década de los ochenta, Rodolfo Martín Villa fue ministro de Administración Territorial, con la responsabilidad de poner orden al desarrollo autonómico de las mal llamadas Comunidades No Históricas (todas tienen su historia). Ahí le tocó dar la cara de una decisión de TODO el gobierno de España: la integración de León en lo que se denominaría Comunidad de Castilla y León.

Se buscaba, y así lo razonó Martín Villa, evitar la excesiva balcanización y constituir una Comunidad económica, cultural y socialmente potente. La opción de una Comunidad Reino de León (con León, Zamora y Salamanca) mostraba debilidades económicas y tampoco estaba claro que fuera lo deseado por zamoranos y salmantinos; mucho más frágil era la vía uniprovincial, León solo, (pese a los casos de Madrid, Asturias, Murcia, Cantabria y La Rioja) pues parecía una vuelta a los desastres de la idea cantonal en la Primera República. Obviamente, es lícito estar en desacuerdo con el camino seguido, pero no es ético llamar «sinvergüenzas políticos» a los responsables de tal decisión, pues lo hicieron siguiendo motivos patrióticos, guiados por su conciencia de intentar lo mejor para España y, por añadidura, a los leoneses. Pretender soluciones sencillas a problemas complejos es síntoma del pensamiento mágico, en el que se apoyan todos los populismos manipuladores. La política es una senda ardua, donde nadie dispone de la brújula perfecta, pero el respeto a la integridad moral del adversario (no enemigo, sino compatriota) nunca se debe perder; si eso ocurre, la política se tuerce en mera basura.

El señor Eduardo López Sendino tiene todo el derecho de decir lo que piensa, aunque es aconsejable que también piense lo que dice. Por muy leonesista que se considere, como portavoz municipal de la UPL, no debe ir repartiendo etiquetas de «buen» o «mal» leonés; pues (parafraseando a Josep Pla): ser leonés es algo demasiado importante, como para dejarlo en manos de leonesistas. Tan importante como la figura de Rodolfo Martín Villa, un leonés con vergüenza política.

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