Diario de León

TRIBUNA

Prisciliano Cordero del Castillo
Sacerdote y sociólogo

La Iglesia católica española necesita más sacerdotes

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Desde hace unos años, la Conferencia Episcopal Española viene diciendo que la Iglesia española «necesita más sacerdotes» y que están estudiando cambios en los seminarios. Pero los datos son tozudos y el número de sacerdotes en España sigue disminuyendo. En l960, antes del Concilio Vaticano II, en España había 24.504 sacerdotes diocesanos y 8.021 seminaristas. (INE, Estado general de las Diócesis españolas , Anuario 1961 ). En el año 2020 eran 16.993 sacerdotes y en diciembre de 2023 el número se había reducido a 15.669 y los seminaristas a 974. Por otra parte, los sacerdotes también están envejeciendo.  La edad media de los sacerdotes en 1970 era de 35 años; en 2010 era de 63 años y en 2023 ha ascendido a 65 años y medio. En muchas zonas rurales los sacerdotes ya no viven en las parroquias, sino que simplemente las visitan una vez al mes o incluso con menos frecuencia.  En 1965, sólo había 530 parroquias sin sacerdotes.  Para 2022, eran 3.215. Y estas cifras es previsible que vayan empeorando. Pues bien, sin Eucaristía, no hay Iglesia católica y sin sacerdotes, no hay Eucaristía. Así de simple y así de complejo es este razonamiento a la luz de la teología católica sobre el sacerdocio

Algunos obispos en España han tratado de hacer frente a la escasez de sacerdotes importando curas extranjeros para ayudar en las parroquias, pero las estadísticas del Vaticano nos dicen que el número de sacerdotes en todo el mundo también está disminuyendo, por lo que, a largo plazo, esta política no arregla la situación de la Iglesia en España.  Los obispos simplemente han ignorado durante décadas la solución obvia a este problema. En tiempos de Juan Pablo II y Benedicto XVI, se prohibió hablar sobre el celibato y la discusión sobre sacerdotes casados.

Incluso el Papa Francisco, que expresó su respeto por el clero casado en las iglesias católicas orientales, no respondió positivamente cuando los obispos reunidos en el  sínodo para la región pan-amazónica votaron 128 a favor y 41 en contra de permitir que los diáconos casados fueran ordenados sacerdotes.

También en la reciente reunión del Sínodo sobre la sinodalidad, apenas se mencionó la cuestión de los sacerdotes casados.

Quienes ven la solución en la importación de sacerdotes de África y Asia, por su gran número de vocaciones, deben tener en cuenta que ya en alguno de estos países, por ejemplo en la India, hay menos vocaciones en las zonas urbanas donde las familias tienen menos hijos y hay más oportunidades de educación.

África y Asia no son el futuro de la Iglesia europea. Simplemente tardan más en ponerse al día con la modernidad.

La disminución del número de sacerdotes y de vocaciones sacerdotales tiene muchas explicaciones según a quién se pregunte.  Los conservadores culpan a las reformas que surgieron del Concilio Vaticano Segundo.

Sin embargo, desde la sociología se señala que las vocaciones disminuyen cuando las familias tienen menos hijos y cuando los niños tienen mayores oportunidades educativas y laborales. Así, en una familia con sólo uno o dos hijos, los padres prefieren que sus hijos se casen, que perpetúen el apellido y que les den nietos antes de que sean sacerdotes.

En el pasado, los sacerdotes tenían un estatus elevado en la sociedad.  Hoy en día, ser sacerdote no confiere el estatus que tenía antes.

El anticlericalismo también ha impactado en las vocaciones, primero en Europa y ahora en América. Los sacerdotes ya no son universalmente respetados. A menudo son tratados con burla y desprecio. Ser sacerdote hoy es contracultural.

A principios de este mes de marzo de 2024, Charles Scicluna, arzobispo de Malta y secretario adjunto del Dicasterio del Vaticano,  fue noticia  cuando dijo que cree que es hora de revisar la prohibición secular de la Iglesia de permitir el matrimonio a sus clérigos. Scicluna, que también ha sido elegido por el Papa Francisco para investigar denuncias de abuso sexual en toda la Iglesia, dijo que, sin establecer ningún vínculo entre el celibato sacerdotal y el abuso sexual, este trabajo le ha llevado a sacar una serie de conclusiones. «Cuando viajas mucho y conoces a otras personas, te das cuenta de que las personas se encuentran en diferentes estados de vida», dijo.  «Y esto podría ser, podría ser, no estoy diciendo que se trate de una especie de varita mágica, pero podría ser que valga la pena discutirlo», añadió.

Scicluna ha reiterado su inusual llamada para que la Iglesia considere poner fin a su requisito milenario de que los sacerdotes permanezcan célibes, diciendo que «permitir el matrimonio sacerdotal podría ser un medio para evitar que los clérigos vivan una doble vida peligrosa».

En una entrevista con periodistas en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe del Vaticano, el 24 de enero, Scicluna llegó a decir: «Una de mis preocupaciones es que las personas se encuentren en una situación en la que se sientan cómodas con una doble vida».

El defender que pueda haber sacerdotes casados «no pretende disminuir la belleza del celibato o el compromiso heroico de las personas que han aceptado el celibato y lo viven como un regalo».  «Pero creo que es bueno que lo discutamos».

También se incluyó una propuesta similar  en el documento de síntesis final del Sínodo de Sinodalidad de octubre de 2023, en el que participó Scicluna, y se espera una mayor discusión sobre el tema cuando el Sínodo se vuelva a reunir para una segunda sesión en octubre de 2024. Pero dijo Scicluna: «Esto es algo que... la Iglesia en su máxima autoridad tendrá que decidir».

Tener un clero casado no resolverá todos los problemas de la Iglesia. Como podemos ver en las iglesias protestantes, los ministros casados están involucrados en abusos sexuales, tienen adicciones y pueden tener los mismos problemas que cualquier sacerdote célibe.

Por otra parte, permitir que los sacerdotes se casen tampoco es simplemente hacerlos más felices.  Pero, para la Iglesia católica la cuestión es si vamos a contar con suficientes sacerdotes para celebrar la Eucaristía o no.

En la Última Cena, Jesús dijo: «Haced esto en memoria mía».  No dijo: «Sed célibes» para poder hacer esto en mi memoria. Sin Eucaristía, no hay iglesia y sin sacerdotes, no hay Eucaristía.

Scicluna ha reiterado su inusual llamada para que la Iglesia considere poner fin al celibato, diciendo que «permitir el matrimonio sacerdotal podría ser un medio para evitar que los clérigos vivan una doble vida peligrosa»
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