Diario de León

TRIBUNA

Teresa Fernández
Concejala de UPL en el Ayuntamiento de León y secretaria de Mujer, Derechos e Igualdad de UPL

Fiesta por imposición

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Desde que Vox gobierna en la Junta de Castilla y León en coalición con el PP, la intolerancia y las imposiciones crecen a un ritmo frenético. Que el PP necesite a Vox para gobernar, hace que sean estos últimos los que están imponiendo sus criterios en casi todas las actuaciones de la Junta. Transmiten la imagen de que gobiernan más los señores Pollán y Gallardo, que el presidente Mañueco.

Vox lleva en su programa electoral eliminar el Estado Autonómico. Sin embargo, desde que ocupan cargos en las autonomías, en algunos casos con salarios de 80.000 euros al año sin ninguna responsabilidad, como el señor Gallardo, defienden la existencia de éstas con una institucionalidad envidiable. Es lógico. Les va el sueldo en ello. Los «cambios de opinión» son únicamente criticables cuando afectan a otro. Vox no cambia de opinión. Simplemente hace lo que le da la gana cuando le viene bien. Es lo que tiene no lucir más ideología que la del ordeno y mando.

Vox es extrema derecha porque sus postulados son autoritarios, ultranacionalistas y ultraconservadores. Vox es totalitarismo y está arrastrando al PP a sus discursos porque este partido les necesita para gobernar.

De cara al 23 de abril, fiesta de esta comunidad fallida, que prácticamente ningún leonés reconoce, van a ejercer su poder imponiendo sus «democráticos criterios»: el ultranacionalismo, en un intento de homogeneizar a castellanos y leoneses, y el autoritarismo, imponiendo una fiesta que en León no se ha celebrado nunca, porque no la sentimos como nuestra, porque no es la nuestra.

Es la afrenta por la afrenta. El adoctrinamiento de los díscolos leoneses, con un descaro que roza la obscenidad. Presumen de huir del adoctrinamiento en los colegios, pero imponen su doctrina sin vergüenza a colectividades como la leonesa, en arranques de despotismo fuera de lugar en un estado democrático. Mentes retrógradas que no conciben la existencia de pensamientos divergentes, que no compartan sus postulados. Disconformes con que los leoneses no estemos de acuerdo con seguir perteneciendo a una autonomía que nos impusieron contra nuestra voluntad, en otro ejemplo de autocracia.

En aquel momento, 1980, era normal. Salíamos de 40 años de dictadura, pero la influencia de la misma en las decisiones políticas seguía siendo enorme. Ahora es intolerable. Cuatro decenios después, para Vox y el PP, esa sigue siendo su forma de hacer política: invalidar opiniones contrarias a las suyas, falta de respeto a la discrepancia y, sobre todo, adoctrinamiento e imposición.

Adoctrinamiento son los 30 grandes logos de la Junta de Castilla y León que «adornan» las instalaciones de la recién remodelada estación de autobuses de León. El coste de tanta serigrafía les dejaría sin fondos para instalar una consigna en condiciones, una oficina de información que informe, o un panel informativo operativo y no de adorno. Adoctrinamiento será la celebración de Villalar en León. La traen desde la Junta por imposición. Quizás no les haya quedado claro que, si llevamos 40 años sin celebrarla, algún motivo habrá.

Las noticias sobre este «sarao» impuesto se suceden a tal velocidad que, a la hora de escribir esta tribuna, desconozco cual va a ser el resultado final. De momento, un grupo musical y los hosteleros han rechazado participar. Parece que la lectura del Estatuto por parte de niños menores de edad, tampoco está yendo muy bien. UPL, Conceyu País Llionés y otras Asociaciones leonesistas, han anunciado actos reivindicativos contrarios a esta celebración. Muchos leoneses nos sentimos ofendidos y consideramos una afrenta que nos impongan una celebración que no es la nuestra.

En cuanto al resto de partidos, no se han oído voces discordantes desde el PSOE provincial o autonómico en contra de la decisión de quienes gobiernan la Junta, lo que hace pensar que están de acuerdo con ella. Su conciencia de oposición acomodada se lo permite. Como dice el refrán, «el que calla, otorga». A veces la política hace extraños compañeros de cama: PSOE y Vox.

Es triste que intenten obligar a los leoneses a celebrar una derrota castellana: penoso legado que dejarán Vox, el PP y el PSOE en esta autonomía. De prosperidad económica y desarrollo social no se les ocurre hablar. Eso es menos importante que traernos a nuestra casa fiestas ajenas.

En el colmo de la afrenta, pretenden izar la bandera autonómica en la plaza de San Marcos. Para los leoneses, un agravio más, porque, si no fuera así, la hubiéramos izado nosotros mismos. Si en estos 40 años no lo hemos hecho, es que hay motivos muy fuertes detrás que deberían respetar y tener en consideración. El poder mal entendido no les deja valorar estas cuestiones.

Tengo en el recuerdo a José Ignacio Wert, ministro de Educación, Cultura y Deporte en la X Legislatura de la Democracia, cargo que ocupó siendo presidente M. Rajoy. Pasó a la posteridad por sus intervenciones contra los catalanes en el Congreso de los Diputados. Todos recordamos la gloriosa frase de: «Vamos a españolizar a los niños catalanes». La X legislatura comenzó con un 21% de independentismo y en cuatro años alcanzó el 48%. La «españolización» de los niños no se consiguió, pero nos costó a todos el teatrillo de la declaración unilateral de independencia, la aplicación del artículo 155 de la Constitución suspendiendo la autonomía, la salida de empresas de Cataluña y un conflicto que, casi diez años después, sigue coleando. Imagino que al ex ministro le importe más bien poco, porque ahora es otro Presidente el que tiene que lidiar con el «recado» que dejó todo aquello. La imposición y la intolerancia siempre generan rechazo, y terminan sublevando a la ciudadanía.

Al más puro estilo Wert, nos van a imponer el «disfrute» de una fiesta que no reconocemos como nuestra. Para más adoctrinamiento, nos dicen que tenemos que sentir «orgullo regional», en referencia a esta autonomía birregional. Nos ningunean y ofenden. Las propias Cortes de CyL, de donde viene la exigencia, aprobó la utilización del término autonómico en sustitución del término regional, al ser más correcto, porque esta autonomía la forman dos regiones. Aun así, cada vez utilizan más el término regional y el invento de castillaleón en un menosprecio constante de lo leonés. El intento de «amaestrarnos» es tan palpable que el ultraje no quedará sin respuesta.

León, Cuna del Parlamentarismo y de los Concejos, donde todos los ciudadanos participaban con voz y voto, se ve sometida al colonialismo castellano. Espero que los leoneses nos rebelemos contra un autoritarismo que quiere imponer un orgullo falsificado de «castellanoleoneses» que no sentimos.

En momentos como estos se hace más urgente conseguir la Autonomía Leonesa. Con el orgullo colectivo de ser leoneses y solo leoneses, celebraremos las fiestas que nos representen, sin que impostores vengan a dictarnos sus guiones indecentes. Villalar no es nuestra fiesta y los leoneses no celebramos fiestas por imposición.

Mentes retrógradas que no conciben la existencia de pensamientos divergentes, que no compartan sus postulados. Disconformes con que los leoneses no estemos de acuerdo con seguir perteneciendo a una autonomía que nos impusieron contra nuestra voluntad, en otro ejemplo de autocracia
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