Diario de León

TRIBUNA

Prisciliano Cordero del Castillo sacerdote y sociólogo

Cuando falta la confianza, triunfa la sospecha

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Cuando en política se impone la mentira, se pierde la confianza y sin confianza las personas se niegan a cooperar y, con facilidad, se involucran en luchas por el poder, porque temen lo que sucederá si sus oponentes consiguen el poder o los contrarios continúan en el. Hoy vemos con desasosiego que en nuestra sociedad los líderes políticos han perdido credibilidad. La falta de confianza proporciona un terreno fértil para la sospecha y la sospecha crea las teorías de conspiración tanto en la izquierda como en la derecha.

En los años de mi infancia, allá por los años 50, los libros de historia estaban llenos de historias positivas sobre España. En su mayor parte, los libros fomentaban el amor y el respeto por los líderes e instituciones políticas. Donde había puntos negros, y todos sabemos que los había, se presentaban como acciones de los individuos, no como problemas sistémicos o estructurales. La cultura de aquellos años fomentó el auto sacrificio y el compromiso con ideales patrióticos.

A mi entender, el cinismo político comenzó con el conflicto de Irak. Cuando la administración de George W. Bush dijo que había armas de destrucción masiva en Irak. Nuestros líderes políticos secundaron su mensaje y nos engañaron conscientemente. Nos mintieron sobre las razones por las que teníamos que estar allí, qué estaba sucediendo y qué pasaría si no apoyábamos la causa de Bus. Creímos esas mentiras casi hasta el final.

Pero ahora, políticamente las cosas han empeorado. Nuestros políticos nos mienten reiteradamente sin ningún escrúpulo ni complejo de culpabilidad.

Nos prometen, principalmente en tiempo de elecciones, soluciones simples para problemas complejos sin decir honestamente cómo se realizarán. Restaurar la confianza no es fácil. Tendrían que disculparse de palabra y de obra por el resto de su vida.

No podemos aceptar la polarización que se ha establecido entre nuestros políticos de uno y otro bando, que les hace ocupar el tiempo simplemente en lanzarse insultos los unos a los otros.

El diálogo es fundamental. Escuchar es fundamental para el diálogo. A menos que comprendamos la perspectiva de los demás, no podremos encontrar un terreno común primero para el diálogo y luego para la acción.

Me encantaría ver a los políticos de los distintos partidos, principalmente de los dos partidos mayoritarios, compartiendo sus proyectos, esperanzas y sueños, y buscando el bien común para toda la sociedad. Con demasiada frecuencia, aceptamos la interpretación más negativa en las declaraciones de una persona y presumimos mala voluntad si la vemos como un oponente. Como cualquier familia, los políticos tendrían que aprender a buscar el consenso y, si es necesario discrepar, hacerlo amistosamente. A menos que construyan puentes y confianza, nuestra sociedad no tendrá mucho futuro.

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