La corte del faraón: de Notre Dame a San Petersburgo
Ahora que vemos los días de cada día cómo nuestras excelsas señorías se tiran los platos a la cabeza con altanería, zafiedad y trolas a granel (Patxi López, Esther Peña, Pilarín Alegría o Marizú Montero son ejemplos palmarios) me vienen a la memoria frases que en su momento —años de la Transición— hicieron fortuna. El autor, un socialista de la vieja guardia dotado de fina ironía, socarronería y verborrea con guindilla picante. Quién no recuerda aquellos apelativos corrosivos con los que el ínclito e inolvidable Alfonso Guerra (un semidiós en su tiempo) obsequiaba a sus adversarios desde su poltrona en el Congreso o en los festivales que organizaba aquel PSOE de los años setenta y ochenta.
A Adolfo Suárez (presidente del Gobierno 1976-1981) le premiaba con «tahúr del Mississippi» por sus subastas con Gutiérrez Mellado. A Loyola de Palacio, luego ministra con Aznar de Agricultura y Pesca y vicepresidenta más tarde de la Comisión Europea, le regalaba con cariño «la monja alférez». Quizá por su soltería y ser miembro del Opus Dei. A Isabel Tocino (ministra de Medio Ambiente, 1996) la tildó en ocasiones de «mariquita Pérez». No se puede decir que Guerra no fuese ocurrente en extremo con el agregado de una mala uva que no dejaba títere con cabeza.
La refriega política durante los años de la Transición y posteriormente durante la etapa de Felipe González y después Aznar, tenían otro nivel que en nada se parece a lo que vemos cada día en los telediarios, prensa y redes sociales. Hoy la medida la dan personajes como Iglesias (ex-coletas) Rufián, Patxi López y una caterva de personajes a los que cabría añadir a Puigdemont, a su mano derecha, Miriam Nogueras (la ‘Tiburona’), a Marta Rovira (exiliada en Ginebra) y demás personajes que abominan de España, pero que reciben magros jornales de los Presupuestos Generales, que cabe decir que los pagamos entre todos los demás.
España se encuentra en una encrucijada complicada en extremo donde los problemas de diversa índole se le agolpan en la mesa cada día a un presidente (Sánchez) que parece entretenido en otros menesteres, como por ejemplo resucitar a Franco y lindezas de corte similar. Mientras, los asuntos ahí siguen, pendientes de unos Presupuestos que están en manos de delincuentes sentenciados por la Justicia. Es el mundo al revés. A este panorama auténticamente surrealista, se unen todos los casos que recientemente han estallado y que tienen su epicentro en el Partido Socialista y más aún, en el mismo Sánchez. Ya no es Koldo, Aldama, Ábalos y otros muchos de segundo nivel, sino que su mujer y su hermano están imputados en diversos casos donde la corrupción planea como espada de Damocles.
Casos a los que hay que añadir Delcy Rodríguez, Globalia (con Javi Hidalgo «el Cigala» como actor invitado) Wakalúa, San Petersburgo, República Dominicana, los Falcon de ida y vuelta, en fin una sucesión de hechos sumidos en la desvergüenza más notoria. En cualquier caso, con ser sumamente importantes los casos de corrupción anotados que cercan a la Moncloa, no son los más preocupantes. Hay otros que se señalan de forma resumida y que dan una muestra real y palpable del estado en que nos encontramos: haciendo resumen: la deuda del Estado ronda en el primer semestre del año actual el 106% del PIB y se sitúa en unos 1,6 ¡billones! de euros.
La cifra realmente asusta, y más si sumamos la de la Seguridad Social: 116.000 millones de euros. Si seguimos sumando y añadimos además el despropósito que va a suponer la condonación de deuda para Cataluña con una primera tacada de 15.000 millones de los 70.000 aproximadamente que debe y si añadimos el régimen especial fiscal que igualmente se les va a regalar en detrimento del resto de los territorios, vemos que Sánchez y los suyos (sanchistas, separatistas vascos y catalanes, sumaristas de la tal Yolanda y podemitas) el cóctel de gobierno de este país se vuelve auténticamente insoluble.
La llegada de ilegales a España este año a través de diversas vías, sobre todo marítima, asciende a alrededor de 47.000, aunque el Gobierno baraja una cifra menor. En este momento el número de menas (menores en situación ilegal) asciende a unos 6.000, la mayoría refugiados en Ceuta y Melilla, De todos los ilegales llegados (africanos subsaharianos y marroquíes fundamentalmente, pero también sirios y pakistaníes) la inmensa mayoría son hombres en una proporción de 100 a 12-14 mujeres. Esto obviamente creará a medio plazo (no muy lejano) disfuncionalidades sociales difíciles de prever.
La ecuación es clara: hombres sin mujeres es antinatura. No vamos a condenar al celibato forzoso a la inmensa mayoría de jóvenes que llegan a nuestras costas o por otras vías. Lo que nos muestran los telediarios son gente fuerte, sana, no melindres. La fogosidad va unida a la fortaleza y la juventud, en fin, ahí dejo el dilema, cuestión que no se plantean los políticos de uno u otro signo enredados en sus historias y querencias.
Hace pocos días, la presidenta de la Comisión Europea Úrsula Von der Leyen firmó el acuerdo comercial con los países integrantes de Mercosur. Los agricultores europeos empiezan a temblar, y en Francia y España ya se han producidos las primeras protestas, pues significa una verdadera guerra comercial para todos los países de la Unión.
El próximo 20 de enero Donald Trump jurará en las escaleras del Capitolio (probablemente) su segundo mandato como presidente de los Estados Unidos. Ya ha anunciado una subida importante de aranceles, aunque no se ha especificado sobre qué productos ni sobre su procedencia, pero conociendo a este hombre, cualquier especulación, por disparatada que parezca hay que tomarla en consideración. Trump, ya lo sabemos, es un personaje singular, decidido, cabezón, inteligente, alocado a veces y sobre todo impredecible.
Por cierto, tiene a nuestro Sánchez entre ceja y ceja. Por todo lo expuesto, vemos de forma clara y meridiana, que la problemática de Sánchez no es exactamente su señora, su hermano, Koldo, Ábalos, Aldama y demás tropa, hay otros hechos, otras circunstancias de corte internacional y económico que lo pueden poner literalmente contra la pared. No va a ser esta oposición blandengue, enquistada en sus batallitas, que da la sensación que se le ha caído el soufflé. Dentro del desastre aún nos queda Ayuso como tabla de salvación.