Diario de León
Publicado por
Manuel Alcántara
León

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Está previsto que cuando llegue la guerra se vaya la luz. El Pentágono prepara una «bomba eléctrica» capaz de anular toda la tecnología civil y militar, incluida la televisión de Sadam Husein y los sistemas de lanzamiento de misiles. Irak se quedará a oscuras y los candorosos pacifistas de todo el mundo se quedarán a dos velas. Hace falta tener pocas luces para no encontrar en el reciente siglo XXI una forma de entendimiento que excluya la guerra. Ahora se dice que los macabros festejos empezarán en la segunda quincena de marzo, cuando aquí estemos en primavera, pero el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, asegura que sus tropas ya están listas para atacar en cuanto el presidente Bush tome la decisión que ya tiene tomada. La cifra de soldados en la zona pronto alcanzará los 200.000 y hay docenas de barcos y cientos de aviones. No va a hacer falta el apagón para apagar muchas vidas colaterales. Napoleón, que según Victor Hugo era un loco que se creía que era Napoleón, dijo eso tan repetido de que las guerras se ganan con tres cosas: dinero, dinero y dinero. También podía haber dicho que se ganan si el enemigo tiene tres cosas: miseria, miseria y miseria. Los americanos ya han hecho cuentas y saben, salvo algún gasto de última hora, el coste de la operación. Derrocar al maldito déspota les va a salir por un pico y muchas palas para enterrar a los imprescindibles cadáveres. Calculan que serán necesarios 100.000 millones de dólares, que al fin y al cabo no es más que el uno por ciento de su PIB. Ahí están incluidos pos presupuestos de la llamada «guerra rápida», la instauración de un Gobierno nuevo y los lentos costes de reconstrucción de lo que piensan destruir. Después de las guerras siempre hay mucha gente que se coloca en Regiones Devastadas. Está todo orquestado y nuestro presidente Aznar quiere participar con George Bush y Tony Blair en lo que pudiera llamarse El trío Calavera. Antes buscan el máximo consenso en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, pero el ardor guerrero de muchos países está bajo mínimos.

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