Diario de León
Publicado por
Federico Abascal
León

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Ninguna sociedad, o casi ninguna sociedad, suele movilizarse contra los errores políticos de los gobiernos, que se observan y se padecen con cierta tolerancia desde la convicción generalizada de que, en política, no todo pueden ser aciertos. Sorprende por ello que en Madrid y en el breve plazo de ocho días hayan poblado las calles de un largo itinerario céntrico dos multitudes, más o menos diferenciadas, contra sendos errores, digamos que supuestos, del Ejecutivo popular: el apoyo de Aznar al belicismo de Bush y la actitud de las autoridades ante la catástrofe del Prestige. ¿Son errores tan graves como para desencadenar un reproche social tan llamativo? El ánimo social se inflama, más que por los errores del Gobierno, por su talante engreído y hermético, autoritario en ocasiones, es decir, por las formas de gobernar. Y entonces las formas se convierten en fondo, en error político, juntándose así dos errores. Si el Gobierno hubiera mostrado cierta inclinación a negociar con las centrales la reforma del sistema de pensiones, es muy probable que la huelga del pasado 20 de junio no se hubiera convocado. Igual de probable habría sido que la manifestación de anteayer en Madrid, el «nunca máis» efervescente de Galicia no se hubiera celebrado de haber permitido el Gobierno una investigación parlamentaria exhaustiva sobre su comportamiento en los primeros días de la catástrofe del Prestige, y más que haber reconocido algunos errores inconcretos, hubiera procedido a alguna dimisión. Ante el velo de oscuridad en que el Gobierno se viene arropando, la verdad real, aunque por ahora sea sólo supuesta, se ve laminada por la verdad oficial, incontrastada aún, y ello facilita el hervor de hipótesis verosímiles que van cristalizando en sentimientos sociales, opuestos a la tesis inflexible del ejecutivo, que abona la pulcritud y la clarividencia de sus decisiones. Y ahí, tanto en el caso del Prestige como en el del apoyo al belicismo de Bush, se origina el distanciamiento entre el Gobierno del PP y la sociedad, con efectos muy negativos para las expectativas populares ante las elecciones que se avecinan. Y no mejorarán las cosas para el Gobierno si el ministro de Fomento, Álvarez-Cascos, siguiera menospreciando, como hizo ayer, la manifestación del «nunca máis», viendo exclusivamente tras las pancartas más que la irritación y el desconsuelo de un amplio sector social de Galicia, los rostros de los líderes de la oposición, el gallego Beiras, el socialista Zapatero y Llamazares, coordinador de IU. La protesta era contra esa despectiva forma de tratar e ignorar a la sociedad. ¿Por qué reacciona el Gobierno contra sí mismo?

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