Diario de León
Ponferrada

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Si fuera político, cada vez que pisara la calle, me saldrían los colores del rubor en estos días de vorágine electoral. El verbo prometer, convertido ahora en el eufemismo de las «propuestas programáticas», suena realmente mal. Suena a oportunismo y al intento, poco imaginativo, de aumentar la mueblería del poder. Quince días de bombardeo descarado al electorado, más la larga travesía de la precampaña electoral, son un suplicio para todos. Para el que promete, y para el que recibe la descarga dialéctica de las nuevas ideas. Y ya puestos, yo, si fuera político, prometería para el Bierzo un mar o un océano. Daría a elegir, o incluso las dos cosas. No se rían ¿Cómo lo conseguiría? Pues, muy fácil. Tengo un amigo en La Coruña y otro en Gijón que me han brindado la respuesta. Se trata de poner unas cuantas retroexcavadoras arrancando tierra desde la costa gallega o desde la asturiana, mirando hacia Ponferrada, y que vayan abriendo una gran brecha hasta llegar a tierras del Bierzo, con el agua salada tocando los talones de los obreros y los ingenieros. La tierra que comiésemos a las provincias de La Coruña, Lugo y Oviedo la extenderíamos hacia el Atlántico y el Cantábrico, y así daríamos nueva fisonomía al mapa de España. Incluso podríamos resolver el problema autonómico. Pero, ese es otro cantar más complicado que llevaría tiempo explicar. A lo que vamos. Se imaginan ustedes llegar a Ponferrada y tener una franja de playa marina de medio kilómetro de ancho. El mismo espacio de tierra comida por las retroexcavadoras. El Bierzo, con océano por el Oeste, y con un mar, -el Cantábrico-, por el Norte. Sería la leche. Y hablando de leche, si el sueño de «El hijo de la lechera», Ismael Álvarez, se ha convertido en realidad y de Ponferrada ha desaparecido la montaña de carbón, ríanse ustedes de lo del mar. Y más en estos días electorales. Lo del mar y lo del océano les ha gustado, ¿verdad? Pues ya saben a quien votar: A mí, al arriba firmante, que le voy a solucionar los problemas del bronceado. Por que no es lo mismo acicalar un bronceado de las montañas del Morredero, que ese tostadito suave de la brisa marina. Ahora que vamos a tener un teleférico al Pajariel, rondas y requeterrotondas en Ponferrada, y vamos a ganar un gran paseo sobre las soterradas vías del tren, lo más «in» es tener playa marina en el Bierzo. Y miren si soy prudente, que incluso podríamos dejar el perfil de la costa del Atlántico por Vega de Valcarce, y la del Cantábrico, por Palacios del Sil. Eso sí, respetaríamos el medio ambiente y el ambiente entero, los núcleos poblacionales y esas cosas más que dicen los políticos. Lo dicho, a vivir. Yo me voy al Carrefour, a comprar la sombrilla y el bronceador. Por ideas que no falte. Tengo más, pero las guardo para los últimos días de campaña no vaya a ser que me copien los partidos oficialistas. Y aviso: que se abstengan los que quieran ficharme, porque no seré tránsfuga de mis ideas.

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