Diario de León
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OMO buen estratega político, Aznar maneja hábilmente en beneficio propio las debilidades ajenas, sean reales o supuestas, y así interpreta ahora el resultado del PSOE en las elecciones como un doble fracaso de Zapatero, en estrategia y en elección de personas, y no como un éxito ligeramente menor que el previsto. El fracaso de Zapatero sería el bajorrelieve en el que Aznar intenta moldear su propio éxito, pero como se trata de un éxito y de un fracaso muy relativos, susceptibles de valoraciones subjetivas, lo aconsejable es atenerse a las cifras, cuya frialdad, si no elocuente, es al menos fiable. Apuntan ya contra Zapatero los líderes del PP, disparando el mismo argumento desde diversos ángulos: el líder socialista ha fracasado. Hasta el mismo Ruiz-Gallardón, que solía mostrarse en la victoria respetuoso y magnánimo con sus adversarios políticos, dedicaba ayer al PSOE y a Zapatero juicios de valor muy negativos y hasta ácidos. La victoria electoral del inminente alcalde de Madrid ha sido arrolladora, pero su triunfo se estaría viendo en cierto modo empañado por las consecuencias de su salto, desde la condición de militante en libertad a la de dirigente disciplinado y sumiso. Están sorprendiendo las demostraciones de acatamiento ciego a Aznar que realiza Gallardón, atribuyendo al presidente todo el mérito en unas elecciones que Aznar en el fondo ha perdido, aunque por 200.000 votos, que no son tantos. Parece Gallardón en cierto modo asustado de su propia fuerza en el PP, e intentaría disimularla porque sabe que en todos los partidos hay retrancas suficientes para frenar ascensiones por la escalera de los cargos. De ahí que agradezca el enriquecimiento que a su candidatura a la alcaldía madrileña le ha supuesto la incorporación de Ana Botella, a la que se ha procurado mantener, sin embargo, durante la campaña en un segundo plano, aunque no en el desván, como al pobre Álvarez del Manzano, el alcalde saliente. Se observan así dos hechos simultáneos: el PSOE se ha quedado corto en resultados, lo que no debilitad el liderazgo de Zapatero, y nadie niega que la figura emergente en el PP es Gallardón. En La Moncloa se habría estudiado minuciosamente lo que han revelado o disimulado las urnas: la posibilidad de una victoria socialista en las elecciones generales del 2004. De ahí la consigna de disparar contra Zapatero donde se encuentre, dentro o fuera del «saloon», e incluso si se sienta al piano, aunque un letrero ruegue no disparar contra el pianista. ¿Será Gallardón el candidato a la residencia dentro de nueve o diez meses? La respuesta vendría dada por el grado de seguridad que el PP desease tener en su victoria.

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