Diario de León

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La «baraka» de Aznar

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LA SUERTE es un factor que cuenta mucho en la política. Aznar ha renovado su pertenencia a la cofradía de los poseedores de baraka restringido club del que pasó a formar parte cuando salió ileso de aquel atentado etarra. De no ser así no hay forma de interpretar lo ocurrido en España en las cuatro últimas semanas. Venía el Partido Popular de tocar el suelo en los sondeos de intensión de voto. Estaban hundidos en la miseria, con la guerra de Irak y el chapapote pesando como pesa la losa central del Valle de los Caídos y Zapatero arriba, muy arriba en las encuestas cuando en eso volvió a funcionar el factor suerte: el 25-M ganaron los socialistas en votos pero fue la suya una victoria como las que conseguía Pirro, aquel imitador del gran Alejandro que fue rey del Épiro. Por si fuera poco, dos semanas después de las elecciones de mayo, resulta que explota la conjura de los diputados socialistas traidores que apuñalan a Simancas a los pies de la estatua de Esperanza Aguirre. Otra como ésta no se recordaba desde los tiempos de Jeromín, cuando soñó que cambiaba el viento y las velas católicas arrasaban a los turcos convertiendo a Don Juan de Austria en el triunfador de Lepanto. La oposición habla de ruedo de cheques, pero lo cierto es que de momento los dos únicos granujas que han podido ser identificados resulta que tenían asiento en la lista que encabezaba el pobre Rafael Simancas. Supongo que es cuestión de días, a lo sumo dos o tres semanas, lo que tardaremos en conocer los pormenores de esta trama que habrá que juzgar con arreglo a la ley de Mahoma, pues sabido es que tan corrupto es el que da como el que toma, pero, a la espera de saber el quid prodest del asunto, a la vista está que el PP no sale mal del trance. Por eso quiere repetir las elecciones, porque las había perdido y ahora, si al final resulta que hay segunda vuelta, puede ganarlas. Por eso están que se salen por las costuras de las camisas y han pasado de mirar a Gallardón para volver a conjeturar sobre la baraka de Aznar. Incluso alguno ha llegado a decir que era el momento de anticipar las elecciones generales. Se empieza a hablar de octubre, el mes de Lepanto.

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