Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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CON LAS piedras que no se han utilizado para romperle la cabeza a Amila Lawal quieren algunos lapidar ahora al ministro Acebes. La presión internacional ha salvado a la joven nigeriana de la terrible ley de la «sharia», implacable con las adúlteras, pero va a ser muy difícil que el ministro del Interior se salve de la ley de la selva que rige las relaciones de nuestros partidos políticos. Quienes se preguntan qué habrá hecho este hombre debían preguntarse qué es lo que no hizo. Por su parte, él ha abierto una investigación para averiguar qué falló en el caso King, pero no hacen falta detectives. Cualquier contribuyente está en disposición de responderle. Mire usted, ministro Acebes, en el caso King falló todo. El primer fallo, sin el cual no hubieran sobrevenido los demás, fue el de la llamada madre naturaleza, que de vez en cuando pare un monstruo de ese calibre. Después vino el fallo burocrático que supone ingresar directamente en la papelera la información suministrada por las fuerzas de seguridad británicas, que ya hace cinco años advirtieron de que King tenía antecedentes penales y era peligroso para las mujeres, incluida la de la túnica, la balanza y la venda en los ojos. Otro fallo, que acaban de reconocer la Unión Federal de Policía y la Asociación Unificada de la Guardia Civil, fue la falta de coordinación de ambos cuerpos. El día 7 de octubre comparecerá el señor ministro en para explicar todos los fallos, pero no ha dicho cuántas horas le llevará hacerlo. Desde la democracia nunca ha estado la Justicia española en un nivel tan subterráneo. Demasiados vaivenes. Ahora el Tribunal Supremo informa en contra del indulto a «los Albertos» y alega que la pena ya reflejó «un trato benévolo». Los cinco magistrados que condenaron a los de las gabardinas unánimes por estafa y falsedad son contrarios a las medidas de gracia. Para acabar de arreglarlo, al «asesino de la catana», que mató a sus papás y su hermanita un día en el que no tenía nada que hacer, lo llevan de excursión y se escapa. Le pillaron cuatro horas después. No como a otros.

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