Diario de León

Creado:

Actualizado:

NADA. Ni elecciones, ni conferencia de Madrid, ni Plan Ibarretxe, ni leches. El fútbol. Aquí, lo que importa es el fútbol. Sobre todo, si el que juega es el Real Madrid. Todo, todo, con tal de situarse junto al cada día más poderoso Floro, Florentino Pérez, en el palco. Acabo de regresar de Moscú y allí, en los mercadillos populares, venden «matriuskas» donde el primer envase es Beckham, el segundo Zidane, el tercero Figo y, así, hasta el sexto y más pequeño muñeco, que es, vaya usted a saber por qué, Raúl. En los pueblos rusos más remotos, y hasta, me dicen, en Mongolia, puede usted encontrar a algún niño con una camiseta de Ronaldo. Aznar debe conocer esta popularidad del Real Madrid y los efectos benéficos de sentarse junto a don Florentino Pérez; su efigie, desde luego, no está entre las de los líderes del mundo en las 'matriuskas' de los mercadillos moscovitas, aunque sí estén los presidentes de lugares de menor relieve, como Finlandia o Irlanda; me comunicaron, no obstante, que es posible que el presidente (saliente, pero eso los mercaderes rusos no lo saben) español figure pronto en esta particular galería de notables. Todo esto lo traigo a colación porque Aznar, junto con el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, se largó, miércoles por la tarde, a todo correr al fútbol (claro que sí: jugaba el Real Madrid, y nada menos que frente al Partizan). Dejando, eso también, plantadas a algunas decenas de periodistas que habían hecho la penosa travesía hasta La Moncloa, con el tráfico denso de la última hora de una tarde de miércoles, para asistir a una conferencia de prensa conjunta Aznar-Annan, encuentro periodístico que parecía tener, a la vista de la inauguración de la conferencia de donantes a Irak, algún interés mayor que la simple similitud fonética entre los protagonistas de la comparecencia. Cierto que más de sesenta países asisten a la conferencia, amén de centenares de empresarios, representantes de instituciones e informadores de medio mundo. Pero ¿qué era todo ello comparado con un asiento junto a Floro? Así que el presidente hizo saber a los periodistas que pacientemente le aguardaban en Moncloa que no admitiría sino dos preguntas porque tenía que marcharse a otra cita. Claro: el presidente sabía, sabe, que los periodistas somos bien mandados y no nos íbamos a desmandar, por tanto. Y que aquí nadie se queja ni dice cosas políticamente incorrectas, ni hace preguntas incómodas. En realidad, incluso sobraba su augusta presencia física: con un comunicado de prensa y un vídeo, para que lo pasasen las televisiones, hubiese bastado. Triste, muy triste, el papel al que los periodistas empezamos a estar relegados. Porque ni es ésta la primera vez que algo así ocurre, ni, es de temer, será la última. Y por supuesto no aguarden una petición de disculpas procedente del inquilino de La Moncloa. Aznar, que a justo título puede considerarse un triunfador, alguien que ha sobrevivido con bien a dos legislaturas, anda sobrado y como sobrevolando a los demás. Lo dicen hasta sus íntimos, pero en voz baja, por supuesto. Y, además, hay que disculparle: se iba al fútbol, junto a Floro.

tracking