Aquí no se responde de nada

EL ANIVERSARIO del comienzo de la catástrofe del Prestige transcurre entre las reivindicaciones y denuncias de los profesionales de la navegación y del salvamento marítimo y de la oposición, por un lado, y, por otro, los esfuerzos sobrehumanos de ocultación sistemática de la verdad por parte del Gobierno y de la Xunta de Galicia, debidamente apoyados por un dispositivo mediático que algún día tendrá que arrepentirse de su complicidad. Un año después, nada se ha solucionado y una catástrofe semejante podría repetirse en cualquier instante, ya que no se han remediado ninguna de las carencias que hicieron posible lo del Prestige . Nadie asume la más mínima responsabilidad y el ministro de Fomento hasta se permite el lujo de enfadarse cuando algún periodista le pregunta si realmente fue una buena decisión la de alejar el buque de la costa, cuando proliferan los informes técnicos que aseguran que fue la peor de las decisiones posibles. Casi nadie se atreve a especular con la posibilidad de que en Irak en cualquier momento le pueda ocurrir a las tropas de otros países ocupantes lo que les ha sucedido a los italianos, que le puede costar el Gobierno a Berlusconi. Claro que lo de menos serían las consecuencias políticas, como eso es lo de menos en Italia. Lo sustancial es el gran zarpazo que eso supone para la vida de un país entero y el inmenso dolor en que todo el mundo en ese país queda sumido por un acontecimiento de esa categoría, que debía haberse evitado por el simple expediente de no haber enviado a los soldados a aquel infierno. En esto no quiere aquí pensar nadie, por lo que se ve, ni en la responsabilidad por los 36 inmigrantes ahogados en Cádiz, ni en las consecuencias del Prestige , ni en la parte de responsabilidad que pueda tenerse por no haber sido capaces de crear un clima de diálogo con los nacionalistas para no haber caído en el pozo del Plan Ibarretxe y de todas sus consecuencias nefastas. Aquí no se responde de nada y sólo se sabe desviar las culpas hacia los demás.