Diario de León

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Comienza la era possadam

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AZNAR decía que, con la detención de Sadam, «ha desaparecido el último obstáculo para un Irak en paz». Pero también reconocía que «no ha terminado nuestro trabajo» en territorio iraquí. Veremos qué giros se producen en ese trabajo. De momento, es previsible que Bush trate de acelerar los pasos para la «normalización democrática» de Irak, que concluiría en unas elecciones libres que, hoy por hoy, parecen imposibles a mentes más realistas y que parecen conocer mejor la realidad de Irak. Porque el hecho de que, tras muchos meses de búsqueda y fracasos, haya caído el ex dictador, no cambia ni la falta de justificación de la guerra ni la pésima gestión norteamericana de la posguerra. La caída de quien durante décadas oprimió a los iraquís contribuirá a despejar el panorama y, si hay buena voluntad y acierto, a llegar a una solución mejor para los ciudadanos de Irak, para las potencias allí presentes, para la pacificación de Oriente Medio y para el mundo, en general. Pero se supone que hay que hacer las cosas bien, con generosidad y con una intervención explícita de las Naciones Unidas, en lugar de mantener el protagonismo del actual inquilino de la Casa Blanca. Desde luego, la caída de Sadam es igualmente una buena noticia personal para Bush, cuya imagen de fracaso en la posguerra iraquí va a quedar algo atenuada con esta detención, brillante y sin disparar un solo tiro. No podía, en estos momentos ya de campaña electoral en los Estados Unidos, haberle ocurrido nada mejor a Bush: Sadam viene en apoyo, claro que involuntario, pero apoyo al fin, de la reelección del peculiar presidente norteamericano. Lástima, porque ahora llega de verdad la hora de los estadistas y de los negociadores, y Bush no es ni una cosa ni otra; la hora de los políticos en el mejor sentido de la palabra, y no de los guerreros que esgrimen el puño amenazante. Ahora los fuertes deben reconstruir lo que destruyeron desde la generosidad. Ojalá no hagan absolutamente todo lo contrario, crecidos ante esta última, definitiva, derrota del tirano.

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