Hablar con el demonio

LO FUNDAMENTAL en el escándalo provocado por Joseph Lluis Carod Rovira no es la conversación con ETA sino su deslealtad con el president de la Generalitat. Dialogar con ETA, en sí mismo, no es necesariamente execrable. La prueba es que en distintos momentos de la transición el diálogo se ha establecido, incluso desde el Gobierno de José María Aznar. Es cierto que quizá este sea el peor momento para hacerlo. ETA está, probablemente, más débil que nunca. La iniciativade Carod-Rovira, además de desleal, es claramente irresponsable. Pero no es el único. Se ha sabido que el Centro Nacional de Inteligencia envió al Gobierno un informe sobre la reunión de Rovira con la dirección de ETA. Es difícil de imaginar que el conocimiento público de esta reunión haya ocurrido de forma distinta que por una filtración interesada del Gobierno. Hasta el medio elegido -el ABC- y el periodista que realizó la información -el director del periódico, hermano del secretario general de Moncloa- y el contenido y la orientación detallada de lo filtrado dan pistas que no ofertan disimulos sobre la paternidad de la filtración. Una irresponsabilidad que demuestra que una vez más el Gobierno de Aznar utiliza sin pudor los instrumentos del Estado en beneficio propio y sacrifica el prestigio de instituciones como el CNI sin importarle las consecuencias. Con ETA es muy posible que haya que volver a hablar porque siempre hay ocasiones en que conversar con el demonio es una necesidad ineludible. Con el diablo se . Pero a uno lo que más le gustaría es poder tener la certeza de que el inmenso poder que la sociedad le otorga a los servicios de inteligencia para que proteja nuestras vidas con instrumentos excepcionales, no va a ser empleado para garantizar el resultado electoral del partido que está en el poder. Con el diablo se puede hablar de muchas cosas. Al diablo se le puede y se le debe vigilar para conocer lo que hace, pero tan grave es hablar con el demonio cuando no es conveniente ni imprescindible como someterlo a observación no para prevenir sus desmanes sino para sacar ventaja.