Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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AL MISMO tiempo, minuto más minuto menos, que el Congreso de los Estados Unidos aplaudía al presidente Aznar, murió el comandante del Ejército español Gonzalo Pérez García. Las ovaciones que recibió Aznar por defender la legitimidad de la guerra de Irak y por apoyar la destrucción de las armas masivas que no existieron nunca contrastan con el silencio del hombre que fue a defender una patria que quedaba muy lejos de la suya. ¿Qué hubiera pasado si el comandante de la Guardia Civil hubiese muerto cuando recibió aquel tiro en la frente? Los periódicos han dedicado sus portadas y los telediarios hubieran empleado un buen rato en hablar de él. Gonzalo fue herido el pasado 22 de enero durante una misión en Al Hamsa, unos cuarenta kilómetros al sur de la ciudad que alberga al destacamento español. Han pasado algunos días, pero también han pasado muchas cosas. Las suficientes para recordar la pregunta del poeta: «¿Qué no habremos hecho por esta patria? Algunos de nosotros hemos muerto. Otros hemos pronunciado discursos». Ahora, trece días después del balazo en la frente, tras una agonía sin ningún resquicio para la esperanza, este combatiente español ha muerto y ya tuvo menos sitio en los periódicos y en las pantallas. «Es una grave irresponsabilidad polemi zar sobre las armas que tenía Irak», ha dicho nuestro presidente, que es el primero que habla en el Capitolio, al parecer con gran éxito de público. (Los congresistas americanos aplaudían como sólo sabían aplaudir los procuradores en Cortes en otro tiempo de la vida española). ¿Tendremos tiempo para sentir un poco de pena, un po co de gratitud y un poco de rabia por la muerte de este soldado? Los acontecimientos se desarrollan ahora con celeridad, como si se persiguieran unos a otros. Eso que llamamos actualidad corre pisándonos los propios talones y a veces hasta se pone zancadillas. Mañana será otro día, sin duda, y estará lleno de noticias, pero un militar español, como todos los muertos, sigue muriendo.

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