Diario de León

EL PAISANAJE

Miércoles de cenizos

Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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POR LO menos en mi pueblo, que es La Bañeza, hay dos momentos al año en los que todo el mundo se replantea la vida prometiendo enmendarla. Uno es en Nochevieja, cuando al sonar las doce campanadas juramos dejar el tabaco y la bebida con la copa de champán en una mano y el montecristo en la otra. Como es lógico, la promesa nunca se cumple porque -el rejoj es el reloj, aunque sea el del Ayuntamiento y vaya con retraso- siempre entramos en el nuevo calendario con el paso cambiado. Pero se pone la mejor voluntad. El otro es por carnavales, con la promesa solemne de tomar la vida a cachondeo por aquello de los infartos y porque también, como repite el cura tal día como hoy, miércoles de ceniza, polvo somos y en polvo nos convertiremos. Algunos y algunas se lo toman, incluso, demasiado al pie de la letra y acostumbran a montar por estas fechas una enorme polvareda, no precisamente en el sentido bíblico de la palabra. Viene esto a cuento de que este año los carnavales han coincidido en plena campaña electoral y, por una vez, los que hacen propósito de la enmienda no son de La Bañeza, sino forasteros como Rajoy, Zapatero y compañía. Del estilo de «me arrepiento de no haber aprobado todavía el circuito de velocidad, pero del año que viene no pasa, aunque tenga las curvas cuadradas», promete uno, o «subiremos las pensiones varios ceros, aunque sea a la izquierda», añade el otro. Naturalmente los candidatos a la Moncloa no se han atrevido a presentar sus programas en el carnaval de La Bañeza, que, dicho sea de paso, tiene un programa mucho más creíble y que siempre se cumple a rajatabla. Han estado dando la murga en todo el país menos en mi pueblo, donde estos días no se les ha visto el plumero, lo cual es muy de agradecer. Hoy en La Bañeza se celebra el entierro de la sardina entre coplas que ya quisiera para sí el Boletín Oficial del Estado, mientras por ahí fuera es miércoles de cenizos con cuaresmales sermones de Rajoy y Zapatero, que aburren hasta a las ovejas cuando uno enchufa el telediario. Mañana será otro día, pero qué se le va a hacer.

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