Otras selvas

LOS PSEUDO náufragos de La selva de los famosos acaban de descubrir la piedra filosofal. La bella Veruska Ramírez ha engordado cinco kilos cuando los demás adelgazan por jirones. Ah, la vida no siempre es misteriosa en sus respuestas a los grandes enigmas. ¿Por qué se le daba de comer mientras se dejaba a Reina ir perdiendo circunferencia? No hay que tener una beca Erasmus para intuirlo. Si servidor fuese un tiburón  y pudiera escoger entre hincarle el diente a Cindy Craford o a Carod Rovira estaría muy clara mi elección: a Carod Rovira. Así funcionan las leyes de la gastronomía, incluso de la metafórica. En la misma selva, a dos o tres cocoteros de distancia, están rodando otros países sus respectivas ediciones. Los pseudo náugrafos las pasan moradas pero no deja se ser el triste artificio de una sociedad que teatraliza el sufrimiento en vez de implicarse realmente con quienes no tienen una cámara que los capte. El programa tiene  valores humanitarios, pero es una pantomima de lo que para otros es cruda existencia. Y lo que nos vendrá. Eso sí: el porte de Veruska se merece un chuletón de Avila. Recientemente, alguien esgrimía que si Zapatero no fuese guapo su partido habría prescindido de él. Menuda ramplonería. El electorado vota por identificación o por rechazo, pero no por el porte del candidato. Ahí está el fracaso estrepitoso del hijo de Suárez, guapo márketing. Rodríguez Zapatero tiene los ojos claros y Mariano Rajoy no, ¿y qué? Ni el primero puede ser simplificado como un mero señor guapo, ni el segundo como alguien que no lo es. Son dos buenos candidatos, alternativas diferentes de gobierno. Lo de las hamburguesas Veruska es otra cosa, nada tiene que ver con la democracia sino con la dictadura del viva la madre que te trajo. La política es también selva, pero de otro tipo.