Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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LO HAN pensado mucho y lo tienen decidido para hacerlo sin pérdida de tiempo, que ya bastante tiempo han perdido trabajando: ochocientas mil familias alemanas proyectan venir a España cuando alcancen la jubilación. Están deseando que termine su vida laboral para empezar su vida real, que la otra no es vida, aunque haya que ganársela todos los días. Bastante dura es la vida de un trabajador en Alemania. Hasta el punto de que puede afirmarse que, para un currante, nacer allí supone una mala suerte aproximadamente igual a la de ser negro en los Estados Unidos. Sólo que éstos tienen dos posibilidades de evasión, el jazz y el boxeo, y los alemanes pertenecientes al proletariado tienen una: entrar en una fábrica, que muchas veces es la misma. Siempre que he estado en Alemania, además de admirar la hermosura de sus lagos y sus montañas, me ha sorprendido lo pronto que anochece y lo temprano que se levanta allí todo el mundo. Todos van a trabajar. Son los primeros que descubrieron que para levantar una maleta, como levantar un país, hay que hacer fuerzas. Eso explica aquel eslogan, el más emocionante de cuantos han inventado las compañías de turismo, que con una nación arrasada por la guerra afirmaba: «Si quiere visitar nuestras ruinas, dese prisa». Está muy bien que ahora, los hijos y los nietos de los derrotados, quieran venir en tropel a tumbarse al sol, que eso es siempre una victoria. No sólo aspiran a cambiar de aires, sino a cambiar de moneda y no es únicamente que consideren que el carácter de los españoles es adorable, es que adoran el Mediterráneo. Dicen que unas 40.000 viviendas nuevas han sido adquiridas en nuestras costas. Entre los jóvenes inmigrantes y los veteranos pensionistas, el «boom» inmobiliario crece de manera incesante. Los expertos auguran que el precio de las casas en los litorales subirá entre un 20 y un 25 por ciento este año. Lo que sin duda va a bajar mucho es la esperanza de los nativos de encontrar piso.

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