ZP, presidente

SE CUMPLIÓ el pronóstico. José Luis Rodríguez Zapatero fue investido presidente del Gobierno con 183 votos, siete más de lo que requería la mayoría absoluta. De viaje a Babia le dije a Cesáreo González, cuya evolución última ha sido magnífica, que Zapatero era como la reencarnación del mejor Azaña. Le pronostiqué 184 mandatos, uno menos de la realidad. Los nacionalistas catalanes y vascos optaron por la abstención. Rodríguez Zapatero llega a la presidencia con absoluta legitimidad. Todos los grupos políticos le han avalado, salvo el Partido Popular. Entra dentro de la lógica. También el PP se quedó sólo frente a todas las fuerzas políticas en cuestiones como la guerra de Irak, el Prestige o el decretazo que generó la huelga geenral. El paisaje no es nuevo. Rodríguez Zapatero inicia su mandato con una horquilla holgada. La variedad de los apoyos le permite pactar con unos u otros. No tiene una presidencia hipotecada. De hecho, el margen de maniobra de Rodríguez Zapatero es muy superior al que disfrutó José María Aznar en el 96. Rodríguez Zapatero ha trasladado a todas las fuerzas políticas su invitación al diálogo. Un diálogo hasta la extenuación sobre las cuestiones importantes. Ese diálogo será el antídoto contra votaciones apretadas en el Congreso. Al revés: será el método para lograr que los acuerdos y consensos sean lo más amplios posibles. Está probado que el líder de la oposición, Mariano Rajoy, no es José María Aznar, al que se debía hasta ayer mismo. Eso posibilitó que hubiese debate, algo insólito en los últimos cuatro años. Ahora falta por conocer si la guardia pretoriana que Aznar le ha colocado a Mariano Rajoy va a permitirle desarrollar su propio proyecto político o degenerará en una crisis tremenda después de las elecciones europeas del 13-J, si es que no las gana el equipo azul. Y está por ver. La corriente no cae a favor del Partido Popular. Y lo estará menos si mantiene desde el primer día el «no» a todo. Se condena al fracaso. Entre el no a las reformas constitucionales y el no al café para todos de los nacionalismos, queda mucho espacio para acuerdos razonables, responsables y no discriminatorios. Es en esa horquilla donde el PP dará realmente la talla. Los ciudadanos le exigen ser y actuar como oposición. Pero también vigilan sus tiempos. Si en el discurso de investidura de Zapatero me quedé con el último punto y aparte, en el toma/daca de la jornada de ayer es de oro la misiva de Zapatero a Rajoy: bienvenido al mundo del debate. Es el nuevo talante abierto para esta legislatura. Se acabó el mal humor y las peores maneras. Lo que perdurará, de ahora en adelante, es la capacidad de disuación y la inteligencia. El círculo que va a cerrar este largo proceso de cambio tendrá lugar hoy: Rodríguez Zapatero prometerá su cargo ante el Rey. Al día siguiente lo hará su gobierno y el lunes se enciende la luz verde para fiscalizar la gestión. De momento, a salvo de contratiempos, León está feliz, sonríe y cree.