Solbes nos avisa

LÁSTIMA que la sensatez no sea contagiosa. El ministro de Economía y vicepresidente segundo del Gobierno, Pedro Solbes, quiere meter en las desiguales cabezas de sus compañeros la idea de que la estabilidad presupuestaria es algo beneficioso. ¿Cómo conseguirlo sin a cudir a la trepanación? Las promesas electorales del PSOE son buenas y bonitas, pero no son baratas. Crearon una esperanza ilimitada, pero resulta que el presupuesto tiene unos límites. El problema de este hombre en quien todos confiamos es frenar a algunos colegas, que están eufóricos, pero no están en la realidad. Si se va al cumplimiento total del programa de ofertas, se va al mismo tiempo a la ruina. Además, todo depende en gran parte de los compromisos adquiridos por el PP. La verdad es que el panorama, sin llegar al que se encontró Witiza al empezar su mandato, está bastante oscuro e incierto. Una subida moderada de tipos podría frenar el crecimiento de los precios de la vivienda, en opinión de don Pedro, pero no en opinión de los constructores. Sería un milagro, pero ya sabemos por Chesterton, que estaba bastante más gordo que Solbes, que lo más curioso de los milagros es que ocurren. Ni quienes creen en ellos con mayor intensidad esperan que los 7.000 millones de euros de TVE pueden reducirse. Los españoles nos hemos dado cuenta de que vivir por encima de nuestras posibilidades es una buena forma de vida y nos endeudamos con admirable facilidad. Por eso la profesión de mayor porvenir entre nosotros es la de «Cobrador del frac». Nos esforzamos más en el gasto que en la productividad. Lo ha dicho muy claro el ministro de Economía: «No podemos seguir herrando caballos y tener salarios de expertos en informática». Lo que ha omitido decir es que también es excesivo el sueldo de los caballos y de algunos solípedos, inferiores en el rango zoológico. Las distintas comunidades autonómicas abundan en estos ejemplares. Y su número se incrementa con cada cambio electoral.