Diario de León
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ANTONIO CASADO
León

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NO PARECE razonable añadir motivaciones suplementarias al terrorismo, por si le faltaran en su perversa intención desestabilizadora. ¿No se trata de eso para un terrorista? Bien, pues no les ayudemos en sus objetivos. Eso ocurriría si prosperase la desafortunada propuesta de Bush de suspender las elecciones de noviembre si, en vísperas del llamamiento a las urnas presidenciales, EE. UU. sufriera un atentado como el del 11 de septiembre de 2001. O como los del 11 de marzo de 2004 en Madrid. El síndrome es de nicho español. Brota de la interpretación del resultado electoral del 14 de marzo en España como efecto de los atentados de Atocha. Por tanto a nadie puede extrañar que la propuesta de Bush haya sido mimetizada por Mayor Oreja, dirigente principal de un PP aún obsesionado por atribuir su derrota a los atentados del 11-M. Se entiende que, como dice Rodríguez Zapatero, el PP no haya terminado de digerir su descalabro en las urnas de marzo. Hasta cierto punto es lógico. Pero eso es otra cosa. La propuesta de Mayor Oreja es asunto de calado porque afecta al corazón mismo del sistema: el inatacable fuero de los ciudadanos para elegir en las urnas a sus gobernantes en plazos tasados según las universales reglas del juego democrático. Llevar a la normativa legal la posibilidad de que un gobernante pueda interrumpir un proceso electoral a causa de un atentado terrorista, con la supuesta intención de evitar que éste influya en el ánimo de los votantes, es como añadir a las reglas del juego un perverso «efecto llamada» del terrorismo que se quiere desactivar. No tiene sentido. En cuanto los terroristas supieran que no solamente pueden influir en el resultado electoral sino interrumpir el proceso mismo, es evidente que verían ampliada su capacidad de desestabilización en un país democrático. El presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, ya se ha pronunciado en contra de la propuesta de Mayor Oreja. Tampoco Mariano Rajoy está por la labor, aunque deja abierta la puerta para el debate. Sólo Manuel Fraga se ha mostrado favorable. ¿Habrá que recordarles a todos el dogma de que es imperdonable permitir que el terrorismo nos cambie a todos la agenda?. Espero que no sea necesario.

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