De solución aproblema

LA COINCIDENCIA temporal en la desaparición de Arafat y el triunfo de Bush, abre un panorama en Oriente Medio que permite abrigar esperanzas de un cierto optimismo que rompa con el fatalismo en el que llevamos instalados en los últimos cuatro años. Arafat, que pasará a la historia, entre otras cosas, como el líder que puso al pueblo palestino en el mapa político, se había convertido, en los últimos años, en parte del problema, cuando estuvo a punto -Camp David- de ser parte de la solución. Es muy difícil, por bien que se pongan las cosas que israelíes y palestinos, puedan llegar siquiera a empatar aquel estado de cosas en el que la paz se rozó con la yema de los dedos, pero hay síntomas que permiten pensar en una mejora respecto del actual estancamiento. De momento está la posición de Israel, que se ha retirado de Gaza, ha evacuado a colonos que vivían allí desde hace diecisiete años y ha asumido el coste político que esta decisión supone en el propio partido del gobierno, Likud. Por otra parte, están los deseos de paz y cambio de un sector de la dirección de la OLP, que comprueba cómo pasan los años y las situaciones que se percibían como provisionales -campamentos de refugiados, exilio, muertes- han devenido en estados estructurales, adobados de odio. Bush puede disponer ahora del sosiego suficiente, al no estar acuciado para buscar la reelección, para tratar de mejorar un problema endemoniado. De acuerdo en que todo es susceptible de empeorar, por lo que no hay que descartar que el eventual sucesor de Arafat sea más radical, más beligerante, menos dispuesto al diálogo. Hay sectores palestinos que confían ciegamente en el liderazgo de Margan Barguti --encarcelado en la actualidad, tras ser juzgado por Israel--, hombre que podría desbloquear la situación, pero Israel no parece dispuesto en absoluto a sacar de la cárcel a este posible líder. Israel se vería satisfecha si el ex jefe de la policía palestina en Gaza, Mohamed Dhalan, ocupara el puesto de Arafat, pero no parece que la mayoría de la dirección palestina esté por la labor. En contra de lo que algunos sostienen, los talantes de las personas que lideren la sucesión serán decisivos a la hora de sacar adelante tan envenenado problema . El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, ha dicho, muy serio, que España puede jugar un papel decisivo, de ayuda a los USA, en la eventual solución del conflicto árabe-israelí, pero al margen del tono, un poco excesivo, de esta declaración, no parece que vaya a ir por ahí el balón: Israel confía ciegamente en el papel de liderazgo de Bush en la solución de esta historia que tanta muerte, odio y dolor lleva acumulado.