Mucho más que Endesa

NO SERÍA justo que concluyera esta triple columna defendiendo las demandas industriales de la todopoderosa Endesa sin recordar antes que la multinacional que reclama ahora plañidera el respaldo social y político del Bierzo, de León, y de toda la región frente al recorte de emisiones contaminantes que prevé el Gobierno hasta el 2007, es la misma que tantas veces, con la anuencia de los ejecutivos populares, ha actuado con desmedido agravio comparativo frente a las demandas de más ayuda para la creación de alternativas industriales en la comarca. La misma que cuando sus altos ejecutivos han sido interpelados por el porvenir de sus instalaciones en la zona se han despachado con la nostálgica vacuidad de que el grupo nunca podrá olvidar su nacimiento en Ponferrada en 1949. O la misma que ha ido sajando empleo hasta encoger una plantilla de más de 800 trabajadores en poco más de 400. Y no otra, tampoco, que la que ha creado consejos consultivos en todas las autonomías donde opera menos en Castilla y León. Por eso al senador socialista José Jiménez le puede asaltar la duda razonable de que la amenaza del conglomerado eléctrico de no efectuar inversiones capitales en Compostilla II en el caso de no lograr un mayor cupo de CO2, podría ser un pulso al Gobierno para lograr más prebendas a cambio de nada. Pero su argumento, sin embargo, parece responder más a un ciego celo partidista que a razonamientos técnicos y de sentido común, que van más allá, desafortunadamente, del contorno de la central de Cubillos. Porque de sentido común es que si Endesa recorta horas de funcionamiento para adaptarse a su ralo cupo contaminante, va a sobrar más carbón ahora en el Bierzo y Laciana que en el 86 -y por consiguiente, muchos mineros-. Y que si al final la compañía tiene que acudir al mercado de derechos de emisiones, va a salir más caro el kilovatio de Compostilla que si en unos años lo fuéramos a buscar en carretillo a la presa de las Tres Gargantas. El Gobierno, por lo tanto, en sintonía con las promesas de Zapatero, debe reanalizar pronto esta iniquidad, que algunos querríamos atribuir a la teoría de la conspiración catalano-iberdrólico-gasística-montillista. Y en línea directamente inversa a la intuición del aludido parlamentario del PSOE, tal vez este Ejecutivo tenga por una vez la oportunidad de «chantajear» a la compañía que preside Pizarro para exigirle que frente al engorde de su cupo de CO2 para Compostilla comprometa de forma efectiva los 750 millones de euros para garantizar la pervivencia del complejo mediante la instalación de ciclos combinados de gas-vapor, y más allá aún, la materialización de una apuesta de industrialización como la que lleva su sello en As Pontes y en Teruel, puesto que si en esas zonas Endesa ha sido minera, aquí explota ahora la veta negra del futuro de las sociedades privadas para evitar que sus cuentas no sufran un severo batacazo en los próximos años. De no haber rectificación, entonces el proyecto de Ciudad de la Energía de Ponferrada debiera ampliarse al menos con un mausoleo consagrado al holocausto energético del Bierzo.