Diario de León
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QUÉ BANALIDAD tan obscena la de Atutxa, al referirse al consenso entre Zapatero y Rajoy como un «matrimonio bendecido por el Rey para ir contra el nacionalismo vasco». Ni siquiera cabe disculparlo como humor separatista, suponiendo que exista tal engendro. El presidente del Parlamento vasco debería saber que hay circunstancias en que no caben frivolidades. Dice que sería «horroroso» el impedir la consulta del plan Ibarretxe. Pues no. Horroroso es matar de un tiro en la nuca, o que concejales socialistas y populares tengan que vivir con guardaespaldas. Horroroso es poner por encima del sufrimiento de las víctimas unos hipotéticos derechos de independencia. Horroroso es que los nacionalistas no tengan sentimientos de culpa, directa o indirecta, pues aunque ellos no son los autores de los atentados,  incluso los condenan, siempre podrían expresarlo de forma más rotunda, incluso poner más empeño para que no se repitiesen. El diálogo entre PSOE y PP en tal delicada cuestión  tranquiliza a muchos ciudadanos, porque, pese a sus diferencias de programa, el código esencial de valores es el mismo. La propuesta de ETA encierra no pocos problemas de credibilidad. En la palabra de los líderes del PSOE y del PP podemos confiar, pues dicho código de valores es también el nuestro, pero ¿se puede confiar en la palabra de ETA? Me fío de la honorabilidad de Zapatero, Rajoy, Bono,  Aguirre... ¿pero qué honorabilidad tiene Otegui? Pese a todo, hay que tener esperanza, aunque sólo sea la que se deriva de preferir el bien al mal, la paz a la muerte, la compasión al odio. Sí. Los horrorosos son ellos, nosotros sólo los horrorizados.

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