Vergonzosa manipulación

AYER coincidí en el programa de Ana Rosa Quintana con dos víctimas del terrorismo: Ana Carro (AVT), que camina penosamente apoyada en una muleta, y Jesús Ramírez (11-M), que está todavía de baja médica, gravemente herido en el tren de Atocha en que íbamos todos. Ambos representan algo más que dos asociaciones. Representan dos momentos dramáticos que la barbarie terrorista nos hizo vivir. Representan a centenares de familias que sufrieron el zarpazo del terror. Representan la angustia y la felicidad, qué contrasentido, de los supervivientes. Y representan a todos los muertos y lisiados que nos hicieron llorar.Ayer, Ana y Jesús se encontraron en el plató de Tele 5 después de comparecer también juntos en Antena 3. «Terminaremos siendo grandes amigos, llevamos todo el día juntos», decían. Ayer los han llamado las televisiones, las tertulias políticas de la mañana, como los programas del corazón convocan a los famosos. Los programadores entienden que las víctimas del terrorismo ya forman parte del espectáculo, y quizá sea verdad: también este periódico enfrentaba ayer los criterios de Pilar Manjón y José Alcaraz. Cuento esto, porque el señor Peces-Barba inicia hoy los contactos con esas asociaciones. Pero, a diferencia de los espectadores de televisión, las verá por separado, por exigencia de la AVT, que pedirá la dimisión del Alto Comisionado. ¿Qué está pasando aquí? ¿Qué se está haciendo con las organizaciones de víctimas, después de tantos años de proclamar que los muertos del terrorismo son nuestros muertos, los muertos de todos? Está pasando que, sin que nos diéramos cuenta, se ha trazado una línea divisoria entre las víctimas de ETA y las del terrorismo islamista. Quizá el momento decisivo fue aquel en que Pilar Manjón y los suyos se mostraron exigentes con Aznar a las puertas del Congreso de los Diputados y tuvieron que escuchar la frase sacrílega: «Meteos a vuestros muertos por el culo». Después, ya veis: la manifestación del último sábado, la de la agresión a Bono, se hizo sin las víctimas del 11-M. Y hoy, el señor Peces-Barba les quiere hablar con una intención: que no se dejen manipular por los partidos políticos. ¿Existe de verdad esa manipulación? ¿Se está utilizando a las víctimas con intención partidista? Los indicios así lo denuncian. Unas parecen las preferidas del PP, y las otras son las del PSOE: las que, con su sacrificio, le ayudaron a llegar al poder. Esto que escribo parece irracional. Es irracional. Y es vergonzoso. Pero es el fondo de la gresca que emponzoña la crónica española. Por todo ello, permitidme terminar con una conclusión que es un grito: señores políticos, del signo que seáis, sacad vuestras manos de nuestras víctimas.