Diario de León
León

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LA palabra mujer no aparecía en el texto inicial del tratado constitucional europeo. La ausencia no causó escándalo alguno en la sociedad, pero movilizó a todos los lobbies europeos de mujeres, que a su vez arrastraron a algunos partidos políticos. Cuando el tratado se cerró y se firmó en Roma en octubre del 2004 se habían incorporado un total de once artículos mediante los que la Unión Europea dice que «tratará» o «deberá» eliminar las desigualdades por razón de género, entre ellas el acceso al empleo y la equiparación salarial. Lo que la carta europea reconoce en primer lugar es un desequilibrio entre las dos mitades de la población. Cómo lo pretende resolver y en qué grado se compromete es el meollo de un debate que realmente no se ha producido en la discreta campaña del referéndum. Zapatero introdujo a última hora un anexo sobre violencia de género, un problema que no aparece reflejado a lo largo de los 448 artículos del tratado. Con ello queda reflejada no sólo la preocupación del líder español por el problema, sino también la existencia del problema en el conjunto de la Unión Europea. La Constitución Europea, que no es el resultado de unas cortes constituyentes como lo fue la española, sino el acuerdo de varios jefes de Estado y de Gobierno, reconoce la existencia de estas lagunas. Sorprende, pues, que sean algunos ciudadanos y ciudadanas quienes todavía no tengan clara la realidad palpable de este desequilibrio y cuál es su verdadero sustento, es decir, una milenaria herencia cultural y social.

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