Diario de León

TRIBUNA

Antibióticos se tambalea

Publicado por
ENRIQUE ALONSO PÉREZ
León

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HACE por ahora cinco años, cuando el clamor popular se canalizó hacia una manifestación sin precedentes en las reivindicaciones sociales leonesas, y se lograron apuntalar parcialmente las endebles estructuras que mantienen en pie la factoría de Antibióticos, caló en profundidad el alegato final defendido por Pedro G. Trapiello, llamando al orden a los dueños de entonces y a las instituciones con compromiso adquirido a través de las urnas, para velar por el sagrado derecho que asiste a los ciudadanos de tener un trabajo que garantice la estabilidad económica y el sustento de la familia. Junta de Castilla y León, Diputación Provincial y Ayuntamiento de León, parecieron estar como una piña para iniciar una campaña conjunta de ayudas que lograsen elevar el tono económico de la empresa. Por aquellas fechas andaban los políticos en campaña electoral, pues el año 2000 se celebraban las Generales en todo el país. Por eso, el candidato vencedor por «goleada», José María Aznar, estuvo en León solicitando el voto desde el polideportivo del «Polígono 10», debidamente informado y asesorado por sus correligionarios locales de los males que afligían a la sociedad leonesa y lo que se esperaba de su posible continuidad en La Moncloa. Por supuesto que el tema más candente de aquellos días, era la regulación de empleo propuesta para el personal de Antibióticos y la reflotación de la empresa para asegurar y consolidar la estabilidad laboral que amenazaba a tantas familias leonesas. Muchos de los que hicimos pasillo para que el candidato popular accediese al polideportivo, gritamos a su paso: «¡Aznar, a ver qué pasa con Antibióticos!». Y el viejo zorro de la política, con cara de triunfador y gesto electoralista, pareció comunicarnos, que si España iba bien, no tenia que ser menos León. Que todo estaba controlado. Más tarde, en el apartado de promesas, lanzadas con un énfasis casi teatral, también nos aseguró que la Escuela de Pilotos, sería una realidad para León... había que sacarse la espina del asunto «Biomédica». La Administración Central, y el partido que le daba cobertura, se comprometían una vez más a construir un puente, aunque no hubiese río, la cuestión era arañar los votos necesarios para ir sumando Legislaturas y alimentar el egocentrismo de ciertos políticos que, desgraciadamente, suman un porcentaje de sonrojo. Para que los lectores que siguen nuestras secuencias semanales tengan un idea de lo que supuso para León la llegada de «La Penicilina», tenemos que poner en juego nuestra memoria para recordar que hace 55 años -el día 3 de diciembre de 1949- se constituía «Antibióticos S.A.», empresa que nacía al amparo del potencial económico de seis grandes laboratorios, que sin dejar de competir entre sí, unieron sus esfuerzos para sacar adelante una empresa común, aglutinada en torno a la idea lanzada por el propio Gobierno español, que, según el Decreto promulgado el 8 de septiembre de 1948 declaraba de «interés nacional» la fabricación de penicilina y otros antibióticos. De esta manera, la alegría de la construcción de una gran fábrica de Antibióticos en la Vega de Armunia, alegró doblemente a los leoneses, pues si bien veían aliviada la angustia general de la carencia y carestía de un producto que se situaba entre las necesidades primarias, no era menor el alborozo de las gentes por la particular coincidencia de que esta factoría se ubicase en León. Era evidente que la capital leonesa, mal repuesta de los efectos de la contienda civil, necesitaba «como el comer» una gran industria que absorbiese parte del enorme excedente de mano de obra: máxime cuando ya se habían perdido las esperanzas del asentamiento de la Fasa Renault, y se había producido el desmantelamiento de la Maestranza Aérea. «Dios aprieta, pero no ahoga -decían las buenas gentes leonesas- y esperaban confiadas desde el año 1951, a que sus hijos fuesen reclamados para trabajar en «La Penicilina». Pronto, el «todo León», se sintió orgulloso de «su» fábrica, y en ágoras de las más diversas concurrencias, se especulaba con la complejidad de puestos de trabajo que reclamaba «La Penicilina», donde lo mismo cabían médicos, que electricistas; bacteriólogos, que caldereros; ingenieros, que químicos; veterinarios, que economistas; farmacéuticos, que administrativos... en fin, todo un mundo que, con verdadera y contrastable maestría, supieron coordinar hombres de la talla de Ricardo Urgoiti, Julio Nogués, Álvaro Zugaza, y un largo etcétera, bajo la supervisión general madrileña de Martín Federico Mayor. Hoy, cuando tanto se habla de crear puestos de trabajo, y las instituciones priman a quienes las promueven, nuestra empresa bandera, nuestro buque insignia de la actividad empresarial leonesa, se tambalea. Cincuenta y cinco años después de que aquellos esforzados pioneros arriesgasen sus inversiones en una aventura empresarial de rumbo imprevisible, los nuevos timoneles, desarraigados ya hace años del ser y el sentir español, capitanean su nave con la mirada fija en horizontes puramente crematísticos, descuidando reiteradamente el área de recursos humanos. Pero los leoneses tenemos hoy la gran esperanza puesta en nuestro mejor valedor y paisano, el presidente Zapatero. Él sí que conoce bien la dinámica empresarial leonesa y su incidencia en las familias que con sus votos le han colocado en la cúspide del Ejecutivo. Su compromiso con nosotros no debe acabar en proyectos, promesas y planes de futuro. Lo más importante es siempre mantener lo ya creado y consolidarlo debidamente para no volver a las andadas. Gobierno, Junta, Diputación y Ayuntamiento, en una acción conjunta, desprovista de colores ni matices políticos, tienen la ineludible obligación de salvar Antibióticos.

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