Diario de León

DESDE LA CORTE

Blanco, el discreto encanto de la sombra

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FERNANDO ONEGA
León

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SI MAÑANA los socialistas consiguieran su sueño durado en Galicia, habría una persona que se sentiría como Torcuato Fernández-Miranda cuando logró incluir a Adolfo Suárez en la terna del Consejo del Reino: «Estoy en condiciones de ofrecer a Su Majestad lo que Su Majestad me ha pedido». S.M., en este caso, sería el presidente Zapatero. Y la persona que puede hacer la oferta es un gallego de Palas de Rei que se llama José Blanco; «o famoso Pepiño Blanco», que dijo Fraga. Hay una imagen que retrata perfectamente su papel. Mitin de Zapatero en Lugo. Termina de hablar. En la primera fila, Pérez Touriño aplaude a su líder, sin saber muy bien qué hacer, y José Blanco lo coge del brazo, lo empuja literalmente al estrado y provoca la foto del día: Zapatero y Touriño abrazados, entre el clamor de los asistentes. Blanco se queda en segundo plano, como si se considerase un personaje secundario. Pero ha sido que llevó a Touriño al abrazo de su presidente. Un día le pregunté su opinión sobre el candidato socialista gallego, y me dijo tales piropos, que no los reproduzco porque estamos en jornada de reflexión. Baste decir que lo quiere como a un hermano. Lo considera el autor de la pacificación interna del PSdeG. Y en estas elecciones se ha volcado con él y con su partido. Siempre en la sombra. Se le pudo encontrar en la cocina de las encuestas, en el diseño de estrategias, en la preparación de actos y discursos y en la elaboración de doctrina, pero muy pocas veces bajo los focos. Algunos lo definen como «temible» en su capacidad de organización. Otros, como una especie de brujo. Paco Vázquez, alcalde de A Coruña, es el único que sabe qué armas de convicción utilizó Blanco ante él, pero le provocó este cambio: Vázquez, después de oponerse radicalmente a la coalición con el Bloque, pasó a decir: «Lo que haga Touriño, bien hecho está». Desde hace por lo menos dos meses, antes de que se publicaran las primeras encuestas, José Blanco viene anunciando a quien le escucha un cambio en Galicia. Lo hace con la convicción del matemático, pero creando la desconfianza de ser parte interesada. Durante toda la campaña, no hubo periodista con quien se cruzara en el Hostal a quien no anunciara el mismo cambio. Es, por sí solo, una máquina de propaganda, que a lo mejor algún día soñó con convencer a toda la humanidad, persona a persona. En cierto modo, es como el alcalde de Lugo que ganó la mayoría absoluta voto a voto. Rectifico: es él mismo, el Blanco de siempre, que también llevó, voto a voto, a Zapatero a la secretaría general del PSOE. Por eso, mañana se juega algo más que un buen resultado. Se juega su papel de¿¿cómo llamarle sin molestar? ¿Gran muñidor? No: gran conseguidor.

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