Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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A PESAR DE LO QUE DIGAN los mandamases de ese complejo bélico-económico-religioso que son los Estados Unidos, la nación del Arco Iris de Dios, lo cierto es que el hambre es el arma de destrucción masiva más poderosa que existe en el mundo, y no las cuatro escopetas de feria con que amagaba el depuesto Sadam Hussein. Cifras cantan: cada noche mueren 50.000 personas de hambre pura y dura, mientras el 40% de los africanos apenas sobreviven con un euro al día. Esta es la película de una gran infamia, poema sinfónico de la tragedia que afecta al continente de África y a otras muchas naciones distribuidas a lo largo y ancho del planeta. El viejo demonio del rock ha tomado cartas en el asunto, colocando el problema a cielo abierto mediante una serie de conciertos conocidos como Live fight . Bajo el lema de «no más excusas», vacas sagradas con la categoría musical de Elton John, U-2, Pink Floyd o Madonna se han subido a los escenarios de Roma, Berlín, Filadelfia y Londres, trasformados por unas horas en abogados de los oprimidos. La idea era presionar a ese grupillo de árbitros de los destinos humanos, el llamado G-8, definido por uno de los músicos como «esos hijos de puta que nos mangonean lo que les da la gana». El radicalismo es el último refugio de los privilegiados, y quizá tan deslumbrante tiovivo sonoro no sirva finalmente para nada, pero escuchar a Paul McCartney cantar Hey Jude en Hyde Park, mientras la noche caía sobre Londres, puede ser el punto de partida en el largo camino hacia la justicia social. Y ya saben que el rock and roll ha sido la única revolución que triunfó en el siglo XX.

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